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El enfoque chomskiano y la adquisición de la gramática

La capacidad lingüística es el rasgo distintivo de lo humano, permitiendo el desarrollo de organizaciones sociales complejas. Como vemos el lenguaje es un requisito de la vida en sociedad y la naturaleza social del lenguaje resalta en cuanto a sus orígenes. Así, el lenguaje es considerado una invención social, cultural, producto de las capacidades cognitivas generales al campo comunicativo.

La concepción clásica sobre el origen del lenguaje la ofrece Piagett. Según este, aunque existieran algunos rasgos peculiares del aprendizaje del lenguaje, debido a la maduración biológica, ( períodos sensibles) su adquisición se realiza de la misma forma que otros tipos de aprendizaje cognitivos, en interacción con el habla de los adultos.

Chomsky cuestionó esta concepción clásica con sus aportaciones. Sostiene que el lenguaje responde a una facultad, órgano mental específico, o módulo con dos características principales:

Carácter encapsulado (funcionamiento independiente de otros procesos cognitivos).

Su naturaleza innata (impreso en los circuitos neurológicos del cerebro y transmisible a través de la herencia genética).

Para Chomsky, el rasgo principal de la comunicación lingüística es la creatividad, el hecho de que los niños de cinco años sean capaces de producir y comprender infinidad de oraciones, muchas de las cuales no han oído previamente. Esta gramática generativa del niño se configura a partir de la observación de unos “datos lingüísticos primarios”. De esta manera, Chomsky propone la existencia de un dispositivo innato de adquisición del lenguaje (DAL) que a partir de unos datos lingüísticos primarios “muy reducidos y degradados” permite en un periodo de tiempo corto la adquisición de la gramática.

Teoría de los principios y parámetros: los niños poseen una gramática universal innata, constituida por principios que incluyen diversos parámetros posibles. La adquisición del lenguaje se reduce al establecimiento de los parámetros que caracterizan la gramática de una lengua (concepción radicalmente innatista). El argumento principal a favor de esta concepción esta basado en la pobreza del estímulo, es decir, que los niños son capaces de aprender su lengua materna a partir de unos datos lingüísticos primarios. También sostienen que en realidad en la experiencia lingüística de los niños pequeños no existen “datos negativos”, es decir, los niños no reciben una corrección sistemática de los errores que comenten durante la adquisición del lenguaje.

Vamos a verlo en la práctica: un parámetro que diferencia las lenguas es la existencia o la carencia de un sujeto explicito, o parámetro de “sujeto-nulo”. Por ejemplo en la lengua española muchas oraciones son gramaticalmente correctas aunque no aparezca el sujeto, mientras que en otras como el inglés exigen siempre la presencia del sujeto. Cuando un niño escuche oraciones sin sujeto explícito se activara (trigger) el establecimiento del valor positivo en el parámetro de sujeto-nulo.

Los partidarios de este enfoque niegan que exista un aprendizaje, en sentido estricto, de la lengua y sostienen que la adquisición de la gramática de una lengua consiste en el proceso de determinación de los valores correctos en los parámetros de la gramática universal.

El enfoque funcionalista y la comunicación preverbal

Poco después de la teoría chomskiana, en los años setenta, empiezan a interesarse por la comunicación temprana desencantados al no poder resolver el problema del lenguaje desde una perspectiva centrada en la sintaxis.

Se replanteó el problema centrándose en la semántica y la pragmática.

Semántica: enfoque lingüístico centrado en el estudio de la relación que se establece entre las palabras y sus significados.

Esta aproximación estudió la conexión entre la estructura del lenguaje y el conocimiento sensoriomotor del entorno (relación causa-efecto)

Pragmática: Enfoque lingüístico que estudia el lenguaje en el marco de las situaciones en que se utiliza y las funciones que cumple para sus usuarios (invitar, alentar, engañar, compartir, etc).

Desde el punto de vista de la fundamentación teórica, fueron esenciales las aportaciones de filósofos como Austin o Searle que enfatizaban la distinción entre aquello que se dice (el acto locucionario) y el objetivo con que se dice (el acto ilocucionario) y cuya adecuada transmisión sería la verdadera meta comunicativa.

El enfoque funcional subraya la dimensión pragmática como variable indispensable en el estudio del lenguaje. Esta tendencia trajo consigo nuevos factores centrales a la hora de explicar el uso y la estructura del lenguaje, la intención comunicativa de los hablantes, la posesión de un marco de referencia compartido, las consecuencias que se derivan de los actos de habla, o los contextos en que éstos se producen.

Bruner (1983) propone dispositivos de interacción previos para que los bebés aprendan, por ejemplo, formatos de interacción: son pautas estandarizadas que hacen posible la actuación por turnos entre el bebé y el adulto. Su peculiaridad es que implica roles que, con el tiempo, se vuelven reversibles. En sus comienzos estas estructuras de interacción están dirigidas por el adulto.

Kay descubrió que los bebés humanos realizan pausas en la succión que no suceden en otros mamíferos y que no responden a ninguna función fisiológica.

Estas pausas eran sistemáticamente contestadas por las madres, quienes reaccionaban hablando o tocando al bebé hasta que éste iniciaba de nuevo la succión. La conclusión de esta autora es que la única función de dichas pausas es facilitar la interacción por turnos, contribuyendo a implantar los ritmos propios de un dialogo.

La aproximación funcional ha contribuido a recuperar los planteamientos del psicólogo soviético Liev Vygotski. Este autor recalca que nuestras conductas no suceden en el vacío, sino en el marco de escenarios sociales.

Vamos a ver de manera resumida los principales logros comunicativos que tienen lugar antes de la aparición del lenguaje.

Etapas de la comunicación preverbal, basado en el modelo original de Schaffer (1984)

Preadaptaciones para interactuar con las personas (0-2 meses)

El bebé manifiesta una inclinación social innata que le facilita el trato con los adultos. Imita expresiones faciales, prefiere determinados rostros o voces. Estas capacidades son de índole expresiva.

Interés activo por las personas (2-5 meses)

En este período las conductas se empiezan a tornar propositivas. Por ejemplo, la mueca muda hacia la sonrisa capaz de surgir en respuesta a un estímulo positivo del adulto. También empieza a organizarse la interacción bebé-adulto en el contexto de juegos marcado por el afecto positivo. Son los llamados juegos “cara a cara”.

Interés por los objetos (5-8 meses)

A partir de este estadio el bebé se puede adelantar a las acciones del adulto (conductas anticipatorias). Por ejemplo, una leve inclinación del adulto en la cuna hace que el bebé alce sus brazos como adelanto de la conducta de ser cogido. Esta conducta anticipatoria aumentan la sensación de complicidad. Por otro lado, las mejoras en la motricidad provocan un interés en el bebé por la manipulación de objetos. Sin embargo en el desarrollo comunicativo, el bebé todavía es incapaz de integrar dos objetivos en un mismo marco, es decir, es incapaz de jugar a la pelota con el adulto, o juega a la pelota o juega con el adulto.

Coordinación de personas y objetos (8-18 meses)

En esta etapa el bebé accede a la comunicación triádica, que se produce cuando los interlocutores e comunican acerca de un asunto ajeno a sí mismos. Aparición de los primeros gestos comunicativos como señalar con el dedo, mostrar un objeto.

Bates, Camaioni y Volterra (1976) dividieron los gestos comunicativos en dos grupos según su objetivo pragmático:

  1. Gestos protodeclarativos, son los destinados a compartir el interés por un asunto.

  2. Gestos protoimperativos, son actos preverbales en los que el niño intenta usar al adulto como un medio para alcanzar una meta. En estos actos el objetivo es alcanzar un objeto o conseguir la realización de una acción, y el adulto es visto como el medio para este conseguir el fin.

Incorporación del lenguaje a la comunicación (de 18 meses en adelante)

Esta última etapa coincide con el momento en que las palabras comienzan a insertarse en el seno de las rutinas comunicativas ya establecidas. El aprendizaje de las palabras solo es posible cuando bebé y adulto son capaces de tener una referencia conjunta.

La corriente funcionalista no ha conseguido descubrir todos los secretos relativos a la ontogénesis del lenguaje. El lenguaje incluye aspectos y desarrollos propios que no se pueden simplificar a los factores socio-cognitivos que analiza la perspectiva funcional.

Ochs y Schieffelin (1995) sostienen que la competencia gramatical de los niños no puede considerarse como el resultado de su participación en intercambios comunicativos simplificados, diseñados para facilitar el uso y comprensión del lenguaje. Por ejemplo, en las familias occidentales los niños son considerados desde el nacimiento como interlocutores, mientras que en las familias de tribus no lo son hasta que no empieza a hablar. Sin embargo, esta diferencia no parece impedir que ambos adquieran una competencia lingüística normal.

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