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El vínculo afectivo posee un marcado carácter emocional que despierta en nosotros sentimientos de confianza o desconfianza, de estima o desestima, dependiendo de la relación con nuestras figuras de apego.

Manifestaciones conductuales del vínculo de apego:

  • Búsqueda de la proximidad con la persona con la que se está vinculada

  • Resistencia a la separación (con síntoma de angustia ante la pérdida de la figura).

  • Uso de la figura de apego como apoyo desde el que poder explorar el mundo físico y social.

  • Búsqueda de refugio y bienestar emocional en los momentos de tristeza, temor o malestar.

Pero el vínculo afectivo también tiene un componente mental y quizá por ello menos evidente.

Modelo interno de trabajo (MIT): Bowlby lo denominó así. Se refiere a la construcción de un modelo interno por el que se representa la relación vinculante y recoge el grado de confianza y disponibilidad que el bebé ha percibido en los otros.

Estos modelos tienen la capacidad de crear expectativas de futuro y de filtrar e integrar información nueva.

Un modelo de apego seguro hará creer al niño que la persona amada estará siempre accesible y que su ayuda será incondicional. En cambio, en el modelo de apego inseguro y en el peor de los casos el niño creerá que no merece ser amado y no tendrá expectativas de ayuda en caso de necesitarla.

Se tiende a asumir que los modelos internos son dinámicos y están en continuo crecimiento en función de las relaciones afectivas que se tengan, lo que permite cierta flexibilidad. No obstante la representación original establecida de vinculo afectivo será la base para las futuras modificaciones de la misma. El trabajo con niños maltratados es un buen ejemplo de ello. Expertos coinciden en que las nuevas experiencias de familia (adopción) no sustituyen de forma inmediata a las pasadas.

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