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La nicotina es una droga altamente adictiva, estimulante y sedante al mismo tiempo. Nada más empezar a fumar produce una descarga de adrenalina desde glándulas adrenales. Esto estimula a los receptores nicotínicos y otras glándulas endocrinas distintas adrenales, cuyo efecto se traduce en una súbita liberación de glucosa. Esta ligera estimulación es seguida después de un cierto decaimiento y fatiga que conduce al fumador a encender nuevamente otro cigarrillo. La nicotina se absorbe fácilmente hacia el torrente sanguíneo y sus efectos directos mantendrán de 30 minutos. Sus niveles en sangre aumentan con el consumo regular y persiste durante toda la noche. Con lo que los fumadores están expuestos a los efectos de la nicotina las 24 horas del día.

El estrés y la ansiedad influyen en el desarrollo de la tolerancia y dependencia de la nicotina. Con el estrés se libera la hormona cortisol que reduce los efectos de la nicotina por ello, se necesita consumir más nicotina para alcanzar el mismo efecto. Esto produce mayor tolerancia y una mayor dependencia, en un círculo vicioso.

Igualmente, se ha demostrado que estrés favorecerá recaídas del consumo de nicotina. Por otro lado, se ha comprobado que los sujetos (animales) no discriminan entre los efectos de nicotina y la cocaína, además el consumo previo de nicotina sensibiliza a los animales a autoadministrarse cocaína más fácilmente.

La ausencia de nicotina produce un síndrome de retirada caracterizado por una irritabilidad y a agresividad creciente y pérdida de colaboración social. Además, durante los periodos de abstinencia con intenso deseo por la droga, algunos ex-fumadores tienen disminuciones cognitivas y motoras que afecta a numerosas funciones, como la comprensión del lenguaje.

En las mujeres fumadoras la menopausia llega antes, y si además de fumar, la mujer toma anticonceptivos orales tiene mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y cerebrales, especialmente a partir de los 30 años.

Además de la nicotina, en el humo del tabaco hay una docena más de gases, uno de los más preocupantes es el monóxido de carbono y el alquitrán. El monóxido de carbono aumenta el riesgo cardiovascular y el alquitrán el de cáncer de pulmón.

Tratamientos

Diversas investigaciones han demostrado que es mejor dejar de fumar gradualmente, porque la sintomatología de la retirada es mucho más suave. Las frecuencias de recaídas son mayores en las primeras semanas y disminuye de forma significativa a partir de los tres meses.

Los mayores porcentajes de éxito se alcanzan cuando se combinan los tratamientos farmacológico y psicológico. Los tratamientos más habituales son los chicles y los parches transdermales de nicotina. Recientemente, se está ensayando con éxito la administración de antidepresivos como el bupropion.

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