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De Bruyn ha estudiado la toma de decisiones diagnósticas cuando se realiza de forma individual y en grupo.

Ha desarrollado herramientas computerizadas inteligentes para ayudar a los evaluadores en este tipo de tareas.

Fernández Ballesteros y colaboradores señalan como principales características del proceso de evaluación psicológica la toma de decisiones, la solución de problemas y la generación y comprobación de hipótesis.

En realidad, desde hace mucho tiempo se viene investigando la calidad del proceso de evaluación psicológica, estudiando por un lado las tareas que se realizan en el mismo y por otro se ha intentado seleccionar a los buenos psicólogos clínicos. Algunos de los resultados son:

  • Se pensó que un posible factor determinante de los resultados obtenidos podría ser la seguridad de los evaluadores al emitir los juicios diagnósticos, sin embargo, se constató que existe poca concordancia entre la confianza o seguridad que se tiene en el propio juicio y la exactitud del mismo.

  • Respecto a las variables de personalidad de los evaluadores, no se encontraron diferencias ni con respecto a la edad, ni con los años de experiencia, ni con el hecho de estar o no psicoanalizados, ni con otras variables cognitivas o de personalidad.

  • Tampoco se encontró que las tareas a realizar o las características de los sujetos sobre los que se realiza la clasificación, tuviera relación con la habilidad del buen profesional para clasificar.

  • Se encontraron diferencias con respecto a la calidad de los instrumentos utilizados, pero por debajo de lo esperado.

  • Tampoco se encontró relación con la cantidad de información que el evaluador recibe para resolver el caso, ni con el tipo de formato en que se piden las conclusiones.

  • Otro aspecto que se ha estudiado se refiere a las tareas predictivas realizadas por los psicólogos. Los resultados no parecen ser mejores que los anteriores, debido a que para poder predecir es necesario clasificar.

En relación al estudio sobre el papel de los clínicos al prescribir tratamientos pueden extraerse conclusiones parecidas. Al hablar de validez del tratamiento o utilidad del mismo se hace referencia a que el diagnóstico se pueda utilizar para indicar el tratamiento adecuado y a que el diagnóstico resulte de utilidad para producir el mejor resultado posible.

Finalmente y con respecto al estudio sobre la bondad del proceso de evaluación conductual, uno de los principales problemas ha sido la concordancia entre jueces en relación a la identificación de conductas-problema de los pacientes. Los resultados obtenidos ponen de manifiesto que aunque los evaluadores coinciden en el número de conductas que identifican, con frecuencia sus resultados son dispares respecto a la naturaleza de dichas conductas.

Godoy concluye que la escasa concordancia entre los clínicos en evaluación conductual suele proceder de las diferencias existentes en las áreas temáticas que cada clínico explora; de la información que cada clínico registra y recuerda de las áreas exploradas; y del uso que los distintos clínicos hacen de la información con que cuentan.

Pero a pesar de todos los buenos profesionales existen, aunque es imprescindible que el buen profesional posea amplios conocimientos y desde distintas orientaciones o enfoques psicológicos, haya seguido un entrenamiento en las tareas a realizar, se relacione con otros psicólogos, intercambie información y realice una formación continuada que le permita una constante actualización en su principal área de actuación psicológica. Un buen psicólogo es aquel que es capaz de diferenciar su propia vida, creencias y valores, de aquello que es mejor para el paciente. La mayor extensión y/o rigor con que se realicen las tareas durante el proceso de evaluación psicológica dependerá de factores no sólo atribuibles a los modelos sino también a los clínicos o psicólogos que las instrumenten y a los contextos de intervención para los que se realiza la tarea evaluativa.

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