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En el lenguaje, la forma escrita del mismo, es decir el lenguaje escrito, constituye un hecho de especial relevancia en la Historia. Se considera tan importante que la aparición de los primeros alfabetos marca un punto clave en el desarrollo de la humanidad, el paso de la Prehistoria a la Historia. Desde el punto de vista evolutivo, la lectura y la escritura son capacidades que el cerebro humano ha adquirido de forma reciente, ya que los primeros alfabetos fonéticos no aparecen hasta hace unos 3500 años. De hecho, el lenguaje escrito no se despliega de manera instintiva en los niños, sino que requiere de un procedimiento de aprendizaje difícil y, que exige varios años de duración hasta la automatización de las habilidades que posibilitan la lectura y la escritura.

1. Definición y componentes del lenguaje escrito

Según la definición de Cuetos y Domínguez (2012), leer es un proceso que consiste en trasformar los signos gráficos en sonidos, en el caso de la lectura en voz alta, o en significados, en el caso de la lectura silenciosa. A pesar de la dificultad que conlleva el aprendizaje de la lectura, el 90% de los niños aprenden a leer, aunque hay un porcentaje significativo de ellos que no lo consiguen y que han constituido el fundamento de la investigación de las bases neurales de la lectura.

En el caso de la lectura y la escritura es importante el tipo de lengua que se esté utilizando. Algunas lenguas están basadas en un código fonético, y por lo tanto, en su forma escrita cada unidad mínima de representación, es decir los grafemas, habitualmente se corresponden con los fonemas, como en el caso del español, el inglés o el italiano por ejemplo. Existen otros sistemas de escritura que son ideográficos, en los que cada signo representa un tipo de referente o un concepto, como por ejemplo el chino. Dentro de los lenguajes basados en códigos fonéticos, que son los que se van a explicar en este capítulo, se pueden encontrar lenguajes trasparentes o regulares, en los que a cada fonema le corresponde un grafema (español, italiano) y lenguajes opacos, que son irregulares, en los que a algunos grafemas les pueden corresponder más de un fonema (por ejemplo el inglés) y esto va a determinar varios aspectos de la lectura.

Una vez que se aprende a leer, parece que la lectura es una actividad instantánea al igual que la producción del lenguaje oral, pero sin embargo requiere múltiples pasos. Aunque se han propuesto diversos modelos para explicar el proceso de lectura, parece que existe acuerdo en que hay tres sistemas de procesamiento del lenguaje escrito:

  1. El sistema ortográfico, que es el que permite la identificación de las letras que componen las palabras de cada lengua.
  2. El sistema fonológico, que es el que se encarga de los sonidos de esas letras.
  3. El sistema semántico que se encarga de los significados.

Estos tres sistemas interactúan entre sí para posibilitar la lectura como se explicará en el epígrafe siguiente.

2. Tipos y modelos de lectura

En la práctica clínica y también en la enseñanza de la lectura, se asume que la lectura se produce de dos modos diferentes. Por un lado, existe la lectura fonética, en la que se lee mediante la identificación de los grafemas con los fonemas que les corresponden, es decir, utilizando un sistema de conversión de grafema a fonema.

Por ejemplo para leer la palabra <casa> se identifican los grafemas, que son las letras que la componen (c-a-sa) y, se reconoce el fonema que les corresponde (/k/, /a/, /s/, /a/) a cada uno de los grafemas. Es una lectura más lenta, porque conlleva la identificación de cada letra y el reconocimiento del sonido asociado a ella, pero por el contrario permite leer cualquier tipo de palabra, independientemente de su familiaridad, o de su regularidad e, incluso, independientemente de que sea una palabra o pseudopalabra, siempre que el idioma sea un idioma trasparente en el que las reglas de conversión de grafema a fonema sean siempre las mismas. En nuestro idioma por ejemplo, la enseñanza de la lectura se hace casi siempre a través del método fonético. El otro tipo de lectura se denomina global y, se produce mediante la identificación de la forma completa de la palabra. Por ejemplo, para leer la palabra <casa> se identifica la forma de la palabra, no cada letra por sí misma. Este tipo de lectura es más rápida y es muy utilizada en el aprendizaje de idiomas irregulares como el inglés pero requiere de un mayor dominio de la lengua.

Al igual que ocurre en el caso del lenguaje oral, existen varios modelos que intentan explicar el proceso de lectura en los adultos cuando la habilidad está establecida, mientras que otros están más interesados en el proceso de aprendizaje de la lectura. En este apartado se van a exponer dos, el modelo de doble vía, que trata de explicar cómo se produce la lectura en los adultos, y el modelo conexionista del triángulo, que proporciona un marco de estudio sobre el proceso de adquisición y desarrollo de esta habilidad (Hulme y Snowling, 2015).

2.1. Modelo doble vía 2 de Coltheart y cols. (2001)

Dentro de los modelos que explican la lectura cuando la habilidad ya está consolidada, uno de los más estudiados es el modelo de doble vía que propusieron Coltheart y cols., en el año 2001 (para revisión ver Cuetos y cols., 2015). Este modelo se encuadra también en los modelos de doble ruta, como el explicado en el lenguaje oral y, por lo tanto, postula que las diferentes formas de lectura se producen por dos vías diferentes:

  1. La vía subléxica sería la responsable de la lectura fonética, es decir, aquella en la que se identifican los grafemas y estos se convierten en fonemas en la vía subléxica. Esta vía se activa de manera serial y, se correspondería en localización anatómica cerebral, con la ruta dorsal del lenguaje oral. A través de esta vía se puede leer cualquier palabra o pseudopalabra en idiomas trasparentes como el español, en los que la pronunciación es regular, ya que existe un mecanismo de conversión de grafema a fonema, pero no funciona para palabras irregulares.
  2. La vía léxica estaría encargada de la lectura global, que se produce mediante el aprendizaje de una representación completa de la forma escrita de la palabra y que se correspondería con la ruta ventral en el lenguaje oral. La vía léxica, por tanto, reconoce la palabra de forma directa, por lo que es más rápida pero requiere mayor dominio de la lengua y, es muy utilizada en idiomas opacos como el inglés. Esta vía se activa de manera paralela y en cascada. La vía léxica además, se puede dividir en dos subsistemas:
    1. La vía léxica no semántica activa la representación de todas las letras que componen una palabra en paralelo y, después activa la representación en el léxico ortográfico y fonológico para permitir la lectura en voz alta.
    2. La vía léxica semántica sigue la misma ruta que la vía anterior hasta el léxico ortográfico y, ahí activa la representación semántica y, posteriormente, la representación fonológica. Esta vía es imprescindible para conseguir una lectura comprensiva.

¿Cómo se produce la lectura?

Según el modelo de la doble vía, cuando se va a comenzar a leer una palabra o un texto, lo primero que se produce es la identificación de las letras, ya que dependiendo del tipo de palabra de que se trate se activará una vía diferente. Si se trata de una palabra desconocida en un idioma trasparente (por ejemplo la palabra extricar), se utilizará la vía subléxica y, ya mediante la activación de las reglas de conversión de grafema a fonema, se puede leer la palabra aunque se desconozca el significado de la misma. En el caso de que se trate de una palabra conocida, por ejemplo casa, se activa la vía léxica que reconoce la palabra y permite la lectura rápida. En el caso de que sea una palabra irregular se podrá leer en voz alta, mediante la activación de la vía léxica, accediendo al léxico ortográfico en donde está almacenada dicha palabra y después al léxico fonológico que nos indica como pronunciar dicha palabra. Este último caso no se produce prácticamente en español.

En los lectores competentes que tienen una lectura rápida y precisa, se activan las dos vías simultáneamente, pero la vía léxica se utiliza para palabras cortas o muy familiares y la subléxica para palabras largas o menos frecuentes. En las personas que leen de manera defectuosa, o en los niños que están aprendiendo a leer, al no poseer tantas palabras en el sistema semántico, la principal ruta de lectura es la vía subléxica, por lo que su lectura es más lenta. ¿Y cómo se pasa de la lectura a través de la vía subléxica a la vía léxica? Mediante el incremento de palabras que resultan familiares en el sistema semántico, es decir, leyendo.

2.2. Modelo del triángulo

En el caso de los modelos que explican el aprendizaje de la lectura, el modelo del triángulo es el que más se ha estudiado (Seidenberg, 2006). Según este modelo, el aprendizaje de la lectura consiste en la asociación entre las representaciones ortográficas, es decir, las palabras escritas, y las representaciones fonológicas y semánticas que corresponden a esas palabras. Esta asociación se lleva a cabo de manera bidireccional y a través de unidades ocultas. El modelo del triángulo es una propuesta conexionista, que está concebido para funcionar de manera similar a como lo hacen las redes neurales, por lo que cada vez que se lee una palabra y se activan las representaciones correspondientes a ella, mayor es la fuerza de conexión, dependiendo por tanto la fluidez de la lectura de lo fuerte que sean las conexiones entre las diferentes representaciones (Cuetos y cols., 2015).

Como resultado del aprendizaje de la lectura, se desarrollan dos patrones que interactúan para producirla, el patrón fonológico que empareja la ortografía y la fonología, lo que permite leer en voz alta una palabra escrita, y el patrón semántico que empareja la ortografía y la fonología a través del significado, ya que una palabra escrita produce una activación del significado que activa la pronunciación. Este patrón semántico es especialmente importante en la pronunciación de palabras irregulares. En el aprendizaje de la lectura, los recursos cognitivos de los niños se emplearían en el aprendizaje del patrón fonológico y, después, el semántico (Plaut y cols., 1996). En cierto modo, este modelo implica también la existencia de las dos formas diferentes de lectura que, se corresponderían con cada uno de los patrones descritos. Ambos modelos, el de doble vía y el del triángulo, pueden explicar diversos efectos que se producen durante la lectura. Por ejemplo, la mayor fluidez en la lectura de las palabras frente a las pseudopalabras, se explica en el modelo de doble ruta porque en la lectura de palabras se utilizan tanto la vía léxica como la subléxica y en las pseudopalabras solo la subléxica. En el modelo conexionista, se explica porque las palabras tienen una mayor fuerza de conexión que las pseudopalabras (Cuetos y cols., 2015).

Llegados a este punto, es necesario aclarar que aunque la mayor parte de la investigación se ha realizado sobre la lengua inglesa, desde hace un tiempo se sabe que, existen diferencias importantes en la lectura dependiendo del idioma en el que se lea o se aprenda a leer. Por ejemplo, el aprendizaje de la lectura en los niños que están aprendiendo en idiomas trasparentes es más rápido que si el aprendizaje se realiza en un idioma opaco (Seymour y cols., 2003) y, además, los niños que leen en idiomas trasparentes suelen ser más precisos y rápidos que los que leen en idiomas opacos, manteniéndose este efecto durante la infancia (para revisión ver Ardilla y Cuetos., 2016). Debido a la ortografía trasparente, el sistema principal de enseñanza de la lectura se produce mediante la conversión de grafemas a fonemas, aunque, como se verá más adelante, el desempeño de la lectura cambia a la lectura global a medida que se incrementa la competencia lectora. Ardilla y Cuetos (2016) señalan que debido a las diferentes características del español y el inglés se puede concluir lo siguiente:

  • El aprendizaje inicial de la lectura en español se hace mediante el método fonético, pero en inglés se hace mediante el método global, porque existen muchas palabras irregulares que necesitan ser memorizadas. Tal y como señalan los autores «... la lectura global es obligatoria en inglés pero es opcional en español».
  • El tiempo que se tarda en el aprendizaje de una lengua trasparente es menor que en el de una lengua opaca. Con un aprendizaje de uno a cuatro años en español se considera que los niños leen correctamente, mientras que se necesitan más de cuatro años en el caso del aprendizaje de inglés.
  • A medida que aumenta la competencia lectora, se pasa de la lectura fonética a la lectura global.

Los lectores competentes en español tendrían dos formas diferentes de leer y, se utilizaría una u otra dependiendo de las características del texto a leer. En este sentido, Ardilla y Cuetos (2016) sugieren que el modelo de doble vía, también sería aplicable al idioma español.

3. Procesamiento cerebral del lenguaje escrito: bases neurológicas de la lectura

En el caso de la lectura, no existe un circuito cerebral claramente predeterminado para desarrollar esta habilidad, ya que parece que el cerebro aprovecha circuitos preexistentes que no son específicos para la lectura. De hecho, se ha comprobado existen diferencias entre el cerebro de las personas según sepan o no leer, ya que hay algunos circuitos neurales que no están presentes en el caso de personas analfabetas, porque el sistema neural que controla la lectura se desarrolla durante el aprendizaje de la misma (Carreiras y cols., 2009).

Al igual que ocurre en el lenguaje oral con los estudios sobre la afasia, los primeros datos sobre las bases neurales de la lectura y la escritura proceden de pacientes con lesiones cerebrales. Aunque ya había intentos de explicación anteriores, como la propuesta de William Olge, un médico inglés que en 1867 describió defectos en la expresión de ideas en símbolos escritos o escritura y lo denominó agrafia, fue Wernicke en 1874 el que utilizó los términos alexia y agrafia para explicar los defectos de la lectura y escritura. Wernicke explicó que, la lectura se producía mediante la asociación de una letra con su sonido. De forma análoga, se escribía mediante la copia o asociación del sentido visual de una imagen a través de un patrón, que conecta el sonido de la imagen y la región frontal del cerebro que controla los movimientos de escritura. La alexia y la agrafia se producirían por lesiones en la región visual del cerebro, porque la memoria visual de las letras es necesaria para la lectura y la escritura.

Posteriormente, Sigmund Exner a finales del siglo XIX, localizó un área que lleva su nombre, en la parte posterior del giro frontal izquierdo, y comprobó que está implicada en el control de la escritura. En 1877, Adolf Kussmaul describió un tipo especial de afasia a la que denominó ceguera para las palabras. En 1872, Rudolf Berlín introdujo el término dislexia, como alternativa a «ceguera de las palabras», para describir a un grupo de pacientes que mostraban una dificultad en la lectura como consecuencia de una lesión adquirida. A partir de este momento, se utiliza de forma casi generalizada el término dislexia y, al igual que en el caso de las afasias, los estudios sobre la dislexia han proporcionado numerosos datos sobre el procesamiento cerebral de la lectura. En la actualidad, se suele emplear alexia si la incapacidad para leer se produce cuando la lectura está consolidada, mientras que la dislexia se referiría a la dificultad de adquisición de la lectura.

Sin embargo, se considera que las contribuciones más importantes al estudio de la neurología y de la escritura fueron hechas por Jules Dejerine. En 1891, estudió a un paciente que presentaba un deterioro de la lectura y de la escritura. En el estudio post mortem de este paciente, identificó alteraciones en un área de la corteza temporal y parietal posterior al área de Wernicke del hemisferio izquierdo que se denominó el giro angular. En 1982, estudió a un paciente que tenía alexia pero no agrafia, es decir, que no podía leer pero si escribir y, además hablaba y comprendía el habla.

Pudo comprobar que este paciente tenía dañada la conexión entre la corteza visual y el giro angular izquierdo (Ripamonti et al., 2014). En el modelo de lectura propuesto por Dejerine, se asume que existe un área que se denominó el área de forma visual de las palabras (AFVP), que estaría situada en el giro angular del hemisferio izquierdo, mientras que, el área homóloga en el hemisferio derecho no tendría papel en la lectura de las palabras. De esta forma, las palabras deben alcanzar el giro angular izquierdo antes de acceder a su representación ortográfica. Desde ese momento y, tomando estos trabajos como modelo, se empiezan a investigar los mecanismos cerebrales de la lectura en pacientes lesionados. Este modelo propuesto por Dejerine dirigió la investigación en esta área hasta que Marshall y Newcombe (1977) propusieron un modelo de doble vía para el procesamiento de la lectura, que ha ido evolucionando hasta el modelo de doble vía de Coltheart y cols., (2001) explicado anteriormente.

3.1. Datos obtenidos con los estudios de neuroimagen

El circuito neural que está en la base de la lectura se desarrolla con la práctica, por lo que para saber qué áreas cerebrales intervienen en la lectura, es necesario estudiar el cerebro adulto y competente en esta habilidad. Con los datos obtenidos mediante neuroimagen funcional e ITD, se han estudiado las bases neurales de la lectura mientras las personas realizan tres tareas diferentes:

  1. Analizar objetos o estímulos visuales no ortográficos.
  2. Leer palabras mediante la ruta léxica.
  3. Leer pseudopalabras mediante la ruta subléxica.

Cuando los sujetos se enfrentan a estas tareas, se ha observado que lo primero que se activa son las áreas visuales de los lóbulos occipitales, que es donde llega la información procedente de los ojos. Al igual que ocurre en el lenguaje oral, se ha propuesto que existen dos sistemas que intervienen en el procesamiento de la información que da lugar a la lectura:

  1. Sistema dorsal: que comprende la circunvolución temporal superior, (incluyendo el área de Wernicke) y el lóbulo parietal inferior, incluyendo las circunvoluciones angular y supramarginal. En este sistema, al que se le denomina sistema fonológico, se integra la información visual con la fonológica y la semántica y, se ha comprobado que la circunvolución temporal superior, se activa con las pseudopalabras más que con las palabras familiares. Este sistema se divide a su vez en dos componentes:
    1. El componente parietotemporal dorsal posterior, que está lateralizado en el hemisferio izquierdo e incluye el giro supramarginal, el giro angular y la corteza superior temporal. Este componente tiene una gran activación en la lectura de pseudopalabras y, se piensa que es una región integradora de la ortografía y la fonología, ya que aquí se produciría la asociación entre los grafemas y los fonemas (Pugh y cols., 2001).
    2. El componente dorsal anterior izquierdo, que incluye el giro inferior frontal, se extiende en la corteza premotora dorsal y contiene al área de Broca. Se ha asociado con la producción del discurso y con el análisis activo de los elementos fonológicos en las palabras.
  2. Sistema ventral o la ruta ortográfica ventral: incluye el área occipitotemporal del hemisferio izquierdo, la corteza inferior temporal izquierda y el giro medial temporal izquierdo (Cohen y cols., 2000; Simos y cols., 2002). El área occipitotemporal es especialmente relevante para la lectura, porque de ella depende el sistema de reconocimiento de las palabras ya que aquí estaría localizada el AFVP, que algunos autores identifican con el giro fusiforme o AB37 (ver figura 12), que se activa en la presentación visual de palabras pero no en la presentación auditiva (Cohen y cols., 2002). Al principio del aprendizaje de la lectura, las personas no muestran actividad en esta zona, pero a medida que se incrementa la habilidad lectora, se produce un aumento en la activación, que no tiene que ver con la edad, sino con la experiencia lectora. Las áreas visuales ortográficas se encuentran localizadas ventralmente en la corteza extraestriada. Las regiones en los dos hemisferios proporcionan el procesamiento visual inicial de la información hasta que ésta llega al AFVP, que está lateralizada. Esta región cortical, que almacena la forma de las palabras, de tal forma que permite diferenciar las palabras de otros estímulos visuales, conduce a una rápida percepción de los textos escritos.

Anatómicamente, estos dos sistemas estarían conectados por fibras de materia blanca. Así la activación de la ruta subléxica implicaría la activación del fascículo arqueado, y la ruta léxica la activación del fascículo inferior occipitofrontal y del segundo segmento del fascículo inferior longitudinal (Vandermosten y cols., 2012), que comunica el lóbulo frontal con el giro inferior occipital, y, que en su trayectoria conectaría la porción anterior del área de forma visual de las palabras con la corteza inferior frontal izquierda y que va a ser fundamental en la tarea de lectura (Martino y cols., 2010).

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