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La socialización grupal es un proceso que implica cambios a lo largo del tiempo en la relación entre el grupo y sus miembros. Al igual que los grupos, también los individuos pasan por diversas fases de pertenencia grupal; en un mismo grupo puede haber miembros que se encuentren en fases distintas en un momento dado.

La evolución de la pertenencia de los miembros afecta al desarrollo global del grupo y, a su vez se ve afectada por la fase en que se encuentre el grupo en cada momento. El grupo no es una entidad fija y unitaria, sino que está formado por individuos que entran y salen y tienen su propia dinámica de relaciones con el grupo al que pertenecen.

El modelo de Levine y Moreland

El objetivo de este modelo es determinar los cambios afectivos, cognitivos y conductuales que los grupos y los individuos se producen entre sí, desde el principio hasta el final de su relación. Se parte de una situación en que el grupo ya está formado y los individuos entran y salen de él. Para entender el modelo debemos tener en cuenta que el grupo no se considera como una entidad aparte de los individuos que lo forman.

Procesos implicados

Son tres los procesos implicados. El primero es la evaluación. Implica esfuerzos por parte del individuo y del grupo para valorar el grado en que la otra parte puede satisfacer y satisface las propias necesidades. Se desea aumentar al máximo esa satisfacción. El grupo decide qué tipo de contribución se espera el nuevo miembro y se generan unas expectativas normativas sobre ello, comparando la conducta esperada con la conducta real de la persona. El individuo también hace una evaluación sobre si el grupo responde a sus necesidades.

El segundo proceso es el compromiso. Depende del resultado del proceso de evaluación y se basa en las creencias del grupo y del individuo sobre lo satisfactorio de sus propias relaciones y de otras alternativas. Cuando el individuo siente un fuerte compromiso hacia un grupo, aceptará sus metas y sus valores, tendrá un efecto positivo hacia sus miembros, se esforzará por cumplir las expectativas y alcanzar las metas grupales y por mantener su pertenencia al grupo. Al igual que si es el grupo el que siente un fuerte compromiso con un individuo, intentará retenerle como miembro del grupo satisfaciendo sus necesidades.

El tercer proceso se refiere a las transiciones de rol. Se produce cuando el compromiso alcanza un nivel crítico (criterio de decisión) y suponen reetiquetar la relación del individuo con el grupo y, por tanto, cambiar la evaluación que cada parte hace de la otra. La transición de rol es un cambio cualitativo que supone una modificación de las expectativas de ambos con respecto al otro. Los criterios de decisión son niveles concretos de compromso que indican que está justificado un cambio cualitativo en la relación entre ambas partes.

Pero la socialización no concluye con la primera transición de rol, sino que tras ésta se produce un nuevo proceso de evaluación que dará lugar a cambios en el compromiso y a subsiguientes transiciones de rol.

Evolución de las relaciones del individuo con el grupo

Desde que comienza su relación con el grupo, antes de pertenecer a él, hasta que esa relación termina después de haberlo abandonado, el individuo atraviesa cinco fases de socialización. Cada una se caracteriza por una conducta específica por parte del grupo, por parte del individuo y por un resultado final: el nuevo rol del individuo en el grupo.

Fase de investigación. En esta fase el grupo está reclutando gente que pueda contribuir a lograr sus metas. Por su parte, el individuo busca un grupo que satisfaga sus necesidades personales. Si tras una valoración positiva mutua ambas partes consideran que el otro va a cumplir las expectativas mejor que una opción alternativa, se producirá la transición de rol de entrada y el individuo se convertirá en un nuevo miembro del grupo.

Fase de socialización. El grupo intenta cambiar al individuo para que pueda contribuir mejor al logro de las metas del grupo (busca la asimilación del individuo de las normas y valores del grupo). Al mismo tiempo, el individuo intenta cambiar al grupo para que satisfaga mejor sus necesidades personales (busca una acomodación del grupo a sus necesidades). Si el nivel de compromiso de ambas partes alcanza el criterio de decisión correspondiente, se producirá la transición de rol de aceptación y el individuo se convertirá en miembro de pleno derecho.

Fase de mantenimiento. Se produce una negociación del rol del individuo por ambas partes. Si esta negociación prospera, los niveles de compromiso de ambas partes permanecerán altos, pero si fracasa y los niveles de compromiso descienden al criterio de decisión correspondiente, se producirá la transición de rol de divergencia y el individuo se convertirá en un miembro marginal.

Fase de resocialización. Tanto el grupo como el individuo intentan restaurar la contribución de la otra parte a sus propios intereses. Si los dos tienen éxito, volverá a producirse una asimilación por parte del individuo y una acomodación por parte del grupo. Si los niveles de compromiso alcanzan el criterio de decisión correspondiente, se producirá la transición de rol de convergencia y el individuo volverá a ser miembro de pleno derecho. Pero este resultado en la fase de resocialización es bastante infrecuente. Lo normal es que los niveles de compromiso del individuo y del grupo sigan bajando hasta llegar al siguiente criterio de decisión y se produzca la transición de rol de salida, cuyo resultado es que el individuo pase a ser un ex-miembro del grupo.

Fase de recuerdo. Aquí finaliza la relación entre el individuo y el grupo. Las contribuciones del individuo pasar a formar parte de la tradición del grupo. El individuo experimenta reminiscencias de las contribuciones del grupo a la satisfacción de sus necesidades personales.

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