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Los trabajos realizados en los años 80 aunque mostraron resultados en ocasiones contradictorios, suministraron un mayor empírico a la eficacia del entrenamiento en HS en pacientes esquizofrénicos. Los trabajos más significativos fueron: Brown y Munford (1983), Bellack, Turner, Hersen y Luber (1984), Liberman, Mueser y Wallace (1986) y Hogarty y Col (1986, 1991).

Los resultados de estos estudios, indican que se producen ciertas mejorías en el funcionamiento de los pacientes esquizofrénicos cuando se aplica este tipo de tratamiento, sin embargo no está claro qué tipo de mejorías, dado que varían mucho el tipo de medidas empleadas para evaluar la eficacia del entrenamiento.

Se sabe poco respecto al grado de generalización de las habilidades aprendidas a situaciones de la vida real. Algunos autores señalan que existen ciertos aspectos que no han recibido suficiente información, en primer lugar, los estudios no especifican el contenido del entrenamiento, ni su duración; y en segundo lugar, se alude a las características de los sujetos entrenados, es posible que ciertas variables como el grado de cronificación, severidad de la enfermedad, presencia de síntomas positivos y negativos, etc., sean factores relacionados con la mayor o menor efectividad de dicho entrenamiento; en tercer lugar, el impacto del entrenamiento en las habilidades perceptivas y cognitivas, dado que esto permitiría una mejor evaluación del alcance del mismo.

Los estudios realizados en los años 90 han intentado clarificar alguno de estos aspectos.

El efecto de la frecuencia (veces por semana) y duración (número de meses) del entrenamiento en la eficacia del mismo: El tratamiento es más eficaz si es intensivo (más de dos veces por semana) y de larga duración (más de seis meses). Dicho entrenamiento mejora el funcionamiento social del sujeto, pero no disminuye la tasa de recaídas cuando se compara con otro tipo de intervención.

Las habilidades generales vs habilidades específicas relacionadas con los síntomas y manejo de la enfermedad: Los resultados indican que son más eficaces los programas que enseñan habilidades específicas (como hacer frente a las críticas de la familia, cómo manejar los propios síntomas, cómo hacer frente al consumo de sustancias, cómo hacer frente a la negativa de un compañero, etc) y, además, se produce una mayor generalización a la vida cotidiana.

Elegir qué tipo de habilidades deben enseñarse ha ser fruto de la tarea de evaluación previa.

La relación existente entre síntomas y déficits cognitivos de los esquizofrénicos y eficacia del entrenamiento en habilidades sociales: La presencia de déficits cognitivos (atención, memoria y función ejecutiva) y la presencia de síntomas negativos, son un mal predictor de la eficacia de este tipo de entrenamiento. Los síntomas positivos tienen una influencia mínima en la habilidad de los pacientes para participar y beneficiarse del entrenamiento en habilidades sociales.

De los últimos años cabe destacar el estudio de Marder y Col, (1996). Estos autores, encontraron que el entrenamiento en habilidades sociales produce una mejora en el funcionamiento social, pero no previene de recaídas.

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