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El estudio de Buss

David Buss, psicólogo evolucionista estadounidense, pretendía poner a prueba las predicciones de la teoría de la inversión parental de Trivers analizando las respuestas de hombres y mujeres ante situaciones que en tiempos de nuestros ancestros tuvieron una importancia crucial para la reproducción . En concreto, en su estudio sobre las diferencias sexuales en la elección de pareja, Buss planteó sus hipótesis de acuerdo con el siguiente esquema:

  • a partir de la teoría general (teoría de la evolución por selección natural, posteriormente revisada y conocida como teoría de la eficacia biológica inclusiva), y de una teoría de nivel medio derivada de ella (teoría de la selección sexual) se genera una hipótesis: cuando los hombres contribuyen con recursos para sacar adelante a la descendencia, las mujeres seleccionarán parejas en parte basándose en la capacidad y la disposición de éstas para aportar recursos, y los hombres seleccionarán parejas que les garanticen no sólo su propia reproducción sino, además, que la descendencia en la que invierten no es de otro;
  • y a partir de dicha hipótesis se formulan predicciones concretas: las mujeres valorarán más que los hombres, en una pareja potencial, atributos tales como ambición, laboriosidad, buenas perspectivas económicas y capacidad de conseguir recursos; por otra parte, los hombres valorarán más que las mujeres la juventud y el atractivo físico de una posible pareja, como indicios de capacidad reproductiva, así como su castidad como indicio de futura fidelidad.

Muestra

Fueron 37 muestras obtenidas de 33 países. Los tamaños de las muestras eran en todos los casos superiores a 100 personas, siendo el tamaño medio de 272 personas. Las medias de edad oscilaban entre los 16 y los 29 años.

Medidas

En el estudio, se pedía a los participantes que proporcionaran la siguiente información:

  1. Datos sociodemográficos: edad, sexo, religión, ...
  2. Preferencias sobre: edad para casarse, diferencia de edad con el cónyuge, quién de los dos debería ser mayor, ...
  3. Evaluación de una lista de 18 características en cuanto a lo importantes o deseables que serían al elegir pareja. Intercaladas se incluían las variables de interés para la investigación: "buenas perspectivas económicas", "buen aspecto", "castidad" y "ambición y laboriosidad". La evaluación se hacía mediante una escala del 0 al 3.
  4. Ordenación de una lista de 13 características de mayor a menor deseabilidad en una pareja potencial. Se intercalaban dos que interesaban al investigador: "capacidad para ganar dinero" y "atractivo físico".

Las instrucciones estaban formuladas en lenguaje sexualmente neutro, de forma que fueran igualmente aplicables a hombres y a mujeres.

Resultados

En cuanto a la medida de ordenación de características de mayor a menor deseabilidad en una pareja, las dos variables de interés (atractivo físico y capacidad para ganar dinero) arrojaron diferencias sexuales significativas en la dirección esperada: los hombres, en comparación con las mujeres, valoraban como más deseable en una pareja el atractivo físico, mientras que las mujeres daban más importancia que los hombres a la capacidad de la pareja para ganar dinero y conseguir recursos. En ambos casos, la variabilidad entre culturas es baja.

Discusión y conclusiones

Buss concluye que las predicciones derivadas de la teoría evolucionista se confirman en su mayor parte. Así:

  1. A la hora de elegir pareja, las mujeres valoran más que los hombres la capacidad para conseguir recursos.
  2. Los hombres, en cambio, consideran más importantes los signos de capacidad reproductiva en la pareja, como el atractivo físico y la juventud.
  3. No se confirma la predicción relativa a la castidad.
  4. Al margen de estas diferencias, las distribuciones de las preferencias de hombres y mujeres en la elección de pareja se solapan de forma considerable, y en gran parte de las demás características incluidas en el estudio la diferencia es escasa.

Crítica y réplica de Eagly y Wood

De acuerdo con la teoría de los roles o teoría biosocial (Eagly y Wood), las diferencias psicológicas entre los sexos no se deben, como las diferencias físicas, a adaptaciones heredadas producto de la selección natural y sexual, sino a la necesidad de repartir el trabajo entre los miembros del grupo como estrategia básica de supervivencia desde tiempos ancestrales. Uno de los criterios lógicos en el reparto de tareas es la constitución física y la dotación biológica de los individuos. Esas diferencias físicas, en interacción con las condiciones sociales y ecológicas, influyen en los roles que desempeñan hombres y mujeres. Y es la acomodación a esos roles, y a las expectativas que el grupo tiene sobre la conducta de los que los desempeñan, lo que produce las diferencias de género.

Por tanto, desde esta perspectiva no se niega la existencia de diferencias psicológicas entre hombres y mujeres, pero su causa se busca en otro sitio: no está en adaptaciones evolucionistas sino en la estructura social. De ahí que una de las predicciones de la teoría sea que en aquellas culturas en las que existe una mayor igualdad de roles entre hombres y mujeres sus diferencias psicológicas deberían ser menores.

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