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La producción del lenguaje se diferencia así de la comprensión en la direccionalidad de los procesos.

William James ofreció una descripción subjetiva de la producción del lenguaje que implicaba dos partes: un proceso de pensamiento holístico y global y un proceso de habla serial que comporta un ensamblaje lineal de sonidos.

Así, la intención comunicativa de decir algo que James identificaba con un estado de conciencia, corresponde a un momento no específico de la actividad lingüística y los procesos cognitivos y motivacionales atañen a facultades mentales horizontales comunes a toda actividad cognoscitiva.

Wundt también reconoció esta naturaleza dual del habla; concibió las oraciones como lineales y, al mismo tiempo, existiendo en su totalidad en la conciencia del hablante.

De esta forma, y aunque existe una amplia diversidad de modelos, la mayoría de los autores reconocen la existencia de tres niveles de procesamiento en la producción del lenguaje: un nivel conceptual o de planificación, un nivel lingüístico de construcción de las estructuras sintácticas y selección de las palabras que se insertan en esas estructuras y, finalmente, un nivel fonológico para la generación de los fonemas y su posterior articulación.

Planificación conceptual del mensaje

Para Levelt, la primera fase de planificación o de conceptualización tiene un carácter intencional y en ella el individuo se sirve de su conocimiento general del mundo y del modelo de situación que ha elaborado, para seleccionar unos contenidos o ideas frente a otras y establecer cierto orden entre ellas cuyo resultado es un mensaje preverbal.

Así, los mensajes se encuentran codificados en forma de unidades individuales abstractas de significado, distinguiéndose dos niveles:

  1. Procesos de macroplanificación. El hablante organiza las líneas de su discurso global y debe tomar dos decisiones sobre el contenido del mensaje.
  2. Procesos más locales de microplanificación. El hablante adopta una perspectiva, un punto de vista.

Codificación gramatical y lexicalización

El resultado de la planificación del mensaje es una representación preverbal de la oración, que debe ser codificada lingüísticamente para adquirir un formato verbal.

Esta transformación comprende la selección de los conceptos léxicos apropiados del vocabulario del hablante y la construcción de la estructura sintáctica.

Así, el hablante debe pasar de la semántica a la sintaxis; desde entidades conceptuales, no lingüísticas, a entidades lingüísticas relacionadas entre ellas (Selección léxica y construcción del marco estructural sintáctico).

Algunos autores defienden la hipótesis de la sintaxis primero, según la cual, la estructura sintáctica se construye primero y luego se insertan en ella las palabras.

Su principal apoyo reside en el hecho de que en la mayoría de los errores del habla, la palabra errónea pertenece a la misma categoría gramatical que la palabra pretendida, lo cual evidencia quizá la existencia previa de un corsé sintáctico.

Así, en un primer momento se seleccionan una o varias palabras clave (nombre o verbo) e inmediatamente después se insertarían los restantes elementos léxicos en los huecos (slots) de la estructura que a su vez, podrían generar nuevas subestructuras que completarían la inicial.

La mayoría de los errores del habla en los que hay un intercambio de palabras se produce entre sintagmas distintos.

En el nivel posicional, en el que se fija el orden de los principales elementos.

La mayoría de los errores del habla en los que hay un intercambio de sonidos suceden ya en el interior de un sintagma. Las operaciones de fijación del orden de los elementos verbales se realizan a través de:

  • Ensamblaje de los distintos componentes
  • Inflexión (organización a un nivel inferior y más detallado, de forma que determinan la realización gramatical última de los elementos léxicos y codifican diferentes propiedades morfosintácticas)

Mediante la lexicalización se pasa de la representación semántica (significado) de las palabras a la representación fonológica de su forma (sonidos). Este proceso transcurre en dos etapas: así, en primer lugar habría una activación del significado y luego se recuperaría la forma fonológica, de forma que si se presenta una disrupción, se produciría un fenómeno de punta de la lengua.

Según la teoría más conocida de los lemmas de Levelt, cada palabra estaría representada por un lemma que incorpora información semántica y también sintáctica, y por un lexema o forma léxica que incorpora información morfológica y fonológica.

Así, los lemmas serían amodales, constituyendo representaciones mentales que reflejan un estadio intermedio entre la activación de una idea y los sonidos del habla que se necesitan para expresar esa idea.

No obstante, Caramazza considera a los lemmas una complicación innecesaria y pone en duda la evidencia empírica proveniente de los estados de punta de la lengua.

Según Caramazza, debe de haber alguna dependencia entre ambos tipos de activación, puesto que, según el esquema de los lemmas, la información sintáctica es previa a la fonológica y no debería ser posible recuperar esta última sin recuperar la primera, pero el análisis de los datos revela una cierta independencia entre ambas activaciones.

Codificación fonológica

El objetivo de la codificación fonológica es garantizar que los sonidos de las palabras salen en el orden adecuado y con la prosodia, entonación, acento, duración adecuadas.

La experiencia fenomenológica cuenta con una “voz interior”, un habla interna o subvocal accesible a la conciencia, constituida por palabras que se hallan organizadas en una secuencia de sonidos o imágenes acústicas que configuran el enunciado verbal, que Levelt equipara con el plan fonético.

Así, la disponibilidad consciente del plan fonético permite que el hablante pueda examinarlo introspectivamente y tome la decisión de articularlo y hacerlo público En la configuración del plan fonético se distinguen varios niveles o estratos de representación que se superponen y se acoplan entre sí en dos planos fundamentales:

  • Representación suprasegmental, que comprende la estructura prosódica y métrica. Propiedades melódicas y temporales; acento, duración e intensidad relativa de las unidades sonoras que desempeña una función esencialmente expresiva de los estados emocionales del hablante y también sirve de marcador de entonación que ayuda a reconstruir la estructura sintáctica en el oyente, así como de indicador conversacional en el juego de cambios de turnos.
  • Representación segmental organizada sobre la base de la estructura silábica y sus segmentos constituyentes.Estructura de las sílabas y sus segmentos o fonemas constituyentes.

Finalmente, el plan fonético tiene que transformarse en un plan motor, una serie coordinada de órdenes motoras que darán lugar a la realización articulada del mensaje verbal, haciéndose así perceptible para el oyente.

Así, el modelo de Levelt, Roelofs y Meyer, uno de los más influyentes, presupone la existencia de un silabario o repertorio de los movimientos articulatorios que se corresponden con las silabas más frecuentes de un idioma.

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