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La investigación sobre la producción oral del lenguaje discurre entre dos aproximaciones básicas; por una parte, la observación y el registro del habla espontánea de las personas con objeto de analizar determinados patrones (pausas, errores, fenómeno de la “punta de la lengua”), y por otra, en los tiempos de reacción en el nombrado de objetos o dibujos, de corte experimental.

Características temporales del habla

Las pausas presentan tres funciones muy distintas en la producción verbal:

  1. fisiológica (inspiración de aire)
  2. cognitiva (planificación del lenguaje)
  3. comunicativa (facilita la comprensión del oyente)

No obstante, no es posible establecer una relación biunívoca entre funciones y pausas.

Las pausas no se distribuyen al azar ni se ajustan únicamente a los requisitos fisiológicos, sino que tienden a surgir entre las grandes unidades lingüísticas (cláusulas y sintagmas) y, cuando son internas, aparecen en los puntos de la cadena hablada con mayor incertidumbre estadística, es decir, en las transiciones menos predecibles.

También se distingue entre pausas vacías (silencio) y pausas llenas ocupadas por sonidos como “aah”, “emmm”.

Los análisis han puesto de manifiesto una estructura cíclica del habla espontánea, en la que períodos titubeantes, con una alta proporción de pausas y vacilaciones, son seguidos de períodos fluidos con un predominio de los tiempos de fonación.

Goldman-Eisler propuso una concepción del habla como una sucesión alterna de períodos de planificación, en los que la cadena hablada se suspende porque los recursos cognitivos y atencionales se dedican a los procesos más centrales de planificación, y períodos de ejecución, en los que se realiza de modo más automatizado lo planificado anteriormente.

Sin embargo, no siempre es fácil identificar estos ciclos.

Errores

El análisis de las autocorreciones que los propios hablantes realizan mientras hablan, es, una gran fuente de datos.

Se entiende por lapsus linguae o spoonerism a los errores que se producen durante el habla normal que no se corresponde con aquello que el hablante pretende decir.

Victoria Fromkin fue pionera en el estudio de los errores del habla.

Los autores parten del supuesto de que son el resultado de un mal funcionamiento momentáneo de los mismos procesos responsables del habla.

En España el corpus recogido por Susan del Viso abarca un total de 4.410 errores.

Los errores pueden clasificarse en:

  • Errores de movimiento o contextúales, en los que existe un desplazamiento o intercambio entre diferentes elementos de la cadena hablada
  • Errores no contextúales (sustituciones, omisiones, adiciones o fusiones de elementos)
  • Errores localizados en el acento y en variables suprasegmentales, como la entonación.

Los errores son muy diversos, pero en ningún modo aleatorios o arbitrarios. Así, el cansancio o el estrés pueden incrementar la cantidad de errores, pero no altera su cualidad o características básicas.

Así, los errores del habla se encuentran sujetos a determinadas restricciones de carácter gramatical.

Son especialmente informativos sobre los procesos mentales de secuenciación y ordenación.

Por otra parte, Baars, Motley y McKay a través de una técnica que consiste en dar a leer a los participantes pares de palabras que han sido seleccionadas para incrementar la probabilidad de error, mientras que Shattuck-Hufnagel empleó una técnica basada en los trabalenguas.

Estados de “punta de la lengua”

Estado subjetivo, sensación de tener una palabra en la “punta de la lengua” que no se logra localizar en la memoria, pero se tiene la certeza de conocerla.

Suelen producirse sobre todo ante palabras poco frecuentes del idioma o nombres propios de lugares, personas conocidas, etc., y se hacen más habituales con el envejecimiento.

Además, este fenómeno explora los procesos de producción de las palabras porque implica precisamente un fallo selectivo en la recuperación de su forma (TOT, tip of the tongue).

Durante este fenómeno se suele disponer de información parcial (forma de la palabra, fonemas, fragmentos, etc) e información semántica, así, puede responder a preguntas sobre su significado, por lo que corresponde a una interrupción en un estado intermedio de la activación léxica.

De esta forma, pone de manifiesto que existen dos tipos de representaciones cognitivas relativamente diferenciadas: una correspondiente a la información fonológica de la palabra y otra a su contenido semántico.

De la misma manera, Levelt distingue dos elementos en la estructura interna de las palabras:

  1. El lemma. Incorpora información semántica sobre el significado de la palabra e información sintáctica.
  2. El lexema o forma de la palabra. Información morfológica y fonológica.

Una persona que sufre un fenómeno de “punta de la lengua” puede indicar el género gramatical de la palabra buscada, aunque no es capaz de pronunciarla.

Brown y McNeill presentaron definiciones de palabras relativamente raras a los participantes cuya tarea consistía en escribirlas.

Así, en ocasiones, los participantes caían en situaciones de fenómeno de la “punta de la lengua” de forma que se les pedía por escrito que hicieran conjeturas acerca de características parciales de la palabra.

Las diferencias individuales en cuanto a la frecuencia de dichos fenómenos son muy importantes, así, los estudios hablan de uno semanal como promedio.

La forma en que se resuelven también es variable, ya que puede ocurrir a los pocos minutos o muchas horas después, de manera espontánea o mediante la búsqueda activa del individuo.

A veces, los hablantes adoptan ciertas estrategias, como repetir muchas veces una palabra relacionada.

Por otra parte, este fenómeno es un estado transitorio en los hablantes sanos, sin embargo, existen situaciones clínicas originadas por lesiones cerebrales en las que fallos semejantes se dan con asiduidad, como es el caso de las anomias.

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