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Desde la psicología cognitiva se han propuesto diversas explicaciones sobre cómo se maneja y representan los significados en la mente.

Tres son los principales enfoques o teorías al respecto: las teorías de redes, las teorías de rasgos y la teoría de prototipos.

Teorías de redes

Una de las ideas más influyentes sobre la organización de los conceptos es que el significado de una palabra forma parte de una especie de red de significados interconectados.

Desde la psicología cognitiva y el paradigma del procesamiento de información, las primeras formulaciones sobre el significado se basaron en la metáfora del ordenador.

El modelo jerárquico de Collins y Quillian planteaba una representación del conocimiento análoga a la que podría existir en una computadora, respondiendo al principio de economía cognitiva. Así, los conceptos serían nodos de la red conectados entre sí en distintos niveles jerárquicos. De esta forma, en los niveles más bajos de la red se encuentran los conceptos más específicos siendo los conceptos cada vez más abstractos a medida que ascienden.

Partiendo de la idea de que tanto un ordenador como una mente tienen un espacio limitado para almacenar información es fundamental el ahorro cognitivo, así, una propiedad está vinculada solo al nodo más alto posible.

Para demostrarlo, Collins y Quillian realizaron una serie de experimentos basados en la tarea de verificación de oraciones en la que los participantes se les presentaba frases sobre la pertenencia a una categoría y debían responder lo más rápidamente posible pulsando uno de dos botones según si la frase era verdadera o falsa.

De esta forma, los resultados ponen de manifiesto que a mayor distancia semántica entre el concepto y la categoría, mayor el tiempo que se tarda en verificar la frase.

En otros ensayos se preguntaba sobre las propiedades de los conceptos. Se comprobó que las oraciones referidas a las propiedades de los conceptos consumen más tiempo que las que tratan sobre la pertenencia a las categorías.

No obstante, no todos los conceptos se pueden organizar en un esquema jerárquico tan claro como sucede con los conceptos abstractos.

En las oraciones “una vaca es un animal” y “una vaca es un mamífero” la primera se verifica mucho más rápidamente que la segunda, lo que indica que la memoria no refleja necesariamente la estructura lógica de las categorías naturales.

Se asume que los nodos de un mismo nivel jerárquico son más o menos equivalentes. Sin embargo, hay un ejemplar más típico o representativo de la categoría que otros.

Además, la misma palabra o concepto da lugar a latencias distintas, y cuanto más relacionados están dos objetos, más difícil es tomar la decisión de que la oración es falsa y los tiempos de respuesta son mayores.

Collins y Loftus plantearon un modelo basado en la propagación de la activación que asume que la información semántica también está organizada en nodos interconectados, pero no de forma jerárquica. Así, cuanto más fuerte es la asociación, más cercanos están y más corto es el enlace que los une, y así, cuando un concepto se activa, su activación se propaga a través de los otros nodos.

Los nodos con una fuerte relación forman clusters o conglomerados que representan campos semánticos.

Así, este mecanismo explicaría los resultados obtenidos en los experimentos de verificación de oraciones y el hecho de que las respuestas falsas puedan presentar latencias diferentes.

No obstante, en relación con el acceso léxico tiene gran capacidad explicativa, pero es un modelo difícil de poner a prueba.

Teorías de rasgos

Las teorías composicionales consideran que todos los conceptos están compuestos por un conjunto de primitivos semánticos o rasgos simples que ya no se pueden subdividir en otros.

Katz y Fodor defienden que los conceptos están representados en la memoria como listas o agregados de rasgos semánticos.

Una aproximación teórica más reciente es la del modelo de rasgos probabilísticos de Smith y Medin que pretendía conseguir sistemas artificiales que comprendieran el lenguaje.

Roger Schank diseñó uno de los programas de ordenador en el que todos los verbos se descomponían en un conjunto de 12 acciones primitivas de cuya combinación surgían todos los demás.

El modelo de rasgos más conocido, formulado por Rips, Shoben y Smith, defiende que los conceptos se representan en la memoria por medio de conjuntos de rasgos semánticos. Así, los resultados de los experimentos de verificación se explicarían como una comparación entre el ejemplar y su categoría, siendo más rápida la respuesta cuanto más rasgos se solapan entre ambos.

Por otra parte, en esta teoría se contemplan dos tipos de rasgos:

  1. rasgos definitorios, que son claves para formar parte de una categoría semántica
  2. rasgos característicos, que añaden propiedades a los conceptos representados.

Según este modelo, la existencia de estos dos tipos de rasgos implica que la verificación de oraciones se realice en dos estadios.

En el primer estadio se recuperan tanto los rasgos definitorios como los característicos del ejemplar y de la categoría y se hace una comparación global entre ambos. Si existen muchos rasgos en común, se produce un gran solapamiento, respondiendo con rapidez, mientras que si apenas existe solapamiento, mientras que si la respuesta negativa es muy rápida. No obstante, cuando el ejemplar y la categoría comparten un número intermedio de rasgos es necesario pasar por el segundo estadio donde se comparan únicamente los rasgos definitorios de ambos conceptos. Así, en las frases verdaderas, cuantos más rasgos compartan los ejemplares con la categoría, más rápido se produce la respuesta; en cambio en las frases falsas, la mayor similitud entre los dos conceptos implica tiempos mayores.

No obstante, no está claro que todos los conceptos puedan descomponerse en un listado de rasgos simples. Muchas categorías no reúnen un conjunto de rasgos que posean todos los miembros de esa categoría como argumenta Wittgenstein respecto al juego.

Así, la teoría de rasgos presupone que existen límites nítidos entre las categorías semánticas, pero en la práctica se emplean con límites difusos.

McCloskey y Glucksberg demostraron que, aunque las personas coinciden en muchos conceptos, existen muchos otros sobre los que no hay acuerdo y cuyos límites son borrosos, por ejemplo, el tomate (¿fruta o verdura?).

Además, esta teoría no explica cómo se relacionan entre sí las propiedades de los objetos.

Teoría de prototipos

Según Eleanor Rosch, es muy difícil hacer una lista de rasgos o propiedades que estén presentes en todos los miembros de una categoría semántica.

Rosch y Mervis presentaron a un grupo de voluntarios ejemplos de distintas categorías, como frutas y muebles entre otras, y les pidieron que hicieran una lista de rasgos para cada ejemplo particular. Los resultados pusieron de manifiesto que apenas aparecían rasgos comunes a todos los miembros de una categoría, y cuando sí lo eran, no eran diferenciadores de esa categoría frente a otras.

En la teoría de los prototipos los objetos se agrupan por su semejanza familiar entre ellos, es decir, las categorías estarían definidas por el parecido entre sus miembros, y no por una definición lógica y objetiva que incluye o excluye los miembros de forma discreta (Rasgos característicos de la categoría, o atributos típicos y comunes).

Un prototipo sería una representación abstracta o el miembro ideal de esa categoría, un promedio de todos sus miembros y, en cierto modo, sería “el mejor ejemplo” de la categoría.

De esta concepción surgen dos propiedades fundamentales:

  1. Estructuras graduadas. Una categoría puede representarse espacialmente como un continuo donde se sitúan los distintos miembros o ejemplares dependiendo de su tipicidad. Así, cuanto más típicos o cercanos fueran a un prototipo ideal, más se acercarían a una posición central, mientras que aquellos que son atípicos y poco característicos se situarían en posiciones más periféricas.
  2. Limites difusos. El grado de pertenencia se va difuminando a medida que el ejemplar se aleja del centro, y las fronteras entre conceptos próximos llegan a ser difusas

No obstante, los juicios de tipicidad no son fijos sino que varían sistemáticamente según el contexto. Un miembro considerado altamente prototípico en un contexto, puede no serlo en un contexto distinto.

Algunos autores señalan que se puede incurrir en circularidad, es decir, los ejemplares son miembros de una categoría porque son similares, y son similares porque son miembros de una categoría. Por lo que, se necesitaría información independiente, más allá de los juicios subjetivos.

Una variante posterior de la teoría, la teoría basada en ejemplares no defiende la existencia de un prototipo abstracto, sino que éste estaría encarnado por ejemplares concretos que ocupan posiciones centrales en el espacio prototípico.

De esta manera, los juicios de verificación no se basarían en comparaciones con prototipos abstractos, sino con ejemplares centrales.

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