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Existen varios argumentos que sugieren que el lenguaje humano tiene un origen biológico o innato. La adquisición temprana del lenguaje, a pesar de la estimulación un tanto caótica (pobreza del estímulo), y la posible existencia de un período crítico de desarrollo favorecen la idea de rasgo instintivo más que de aprendizaje social, apoyando la hipótesis biologicista del lenguaje.

La genética molecular es la disciplina interesada en descubrir los genes del lenguaje.

La escritura sí es una invención cultural y requiere instrucción sistematizada para su transmisión, pero la adquisición del lenguaje hablado ocurre de forma espontánea y en un plazo relativamente corto de tiempo (Capacidad innata).

De esta forma, a los 4-5 años de edad el niño es capaz de comprender y generar miles de oraciones en contextos cambiantes (Competencia lingüística). Por lo que, si no presentara cierta predisposición inicial, teniendo que adquirir el lenguaje por mero aprendizaje, necesitaría más tiempo del que se dispone.

Los niños están inmersos en un mar de emisiones inconexas, fragmentarias y asistemáticas y, sin embargo, en muy poco tiempo son capaces de extraer las complejas reglas morfosintácticas que subyacen a los estímulos, aunque a veces las apliquen a los casos que no corresponden (rompido, roto).

Los padres emplean una forma de lenguaje denominada motherese, que presenta frases cortas, habla lenta, entonación o prosodia exagerada, etc., donde los padres se centran sobre todo en la corrección de errores superficiales, como fallos en la pronunciación, algunas faltas de concordancias, ciertas flexiones equivocadas, etc.

No obstante, los aspectos nucleares del lenguaje no son enseñados explícitamente a los niños, sino que éstos los infieren por sí mismos.

Todas las culturas disponen de una lengua y todas las lenguas del mundo, sin excepción, obedecen a un conjunto de principios universales.

Chomsky planteó la existencia de una especie de órgano mental del lenguaje equipado con un conjunto de principios universales o reglas básicas comunes a todas las lenguas del mundo.

Según Chomsky, los principios universales lingüísticos garantizan la unidad básica del lenguaje, mientras que los parámetros específicos o materializaciones concretas de esos principios determinan las particularidades de cada lengua.

En algunas lenguas, para expresar el número plural se añade una “s” a la palabra, mientras que en otras como el malayo se repite la palabra dos veces.

Además, este autor añade que la singularidad del lenguaje humano en los mecanismos de la permite un número infinito de posibilidades a partir de un conjunto finito de elementos (Recursividad).

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