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Dado el marcado carácter propositivo del ser humano, la capacidad de autorregulación es necesaria a través de todo el desarrollo vital, asociándose con el éxito en la vida escolar, laboral y social, así como con una menor psicopatología.

La autorregulación, por tanto, implica cambiar el self, sobreponerse a patrones preexistentes de pensamiento, sentimientos y conducta.

Cuando se habla de autorregulación se hace referencia dos conceptos. Los procesos de autorregulación son todos aquellos que se ponen en marcha cuando la persona compara su estado actual real con el estado deseado, mientras que las estrategias de autorregulación son aquellas que se siguen para conseguir llegar a ese estado deseado.

El mecanismo de comparación entre el estado actual y el deseado es posible gracias a la autoobservación o monitorización del estado actual del individuo, la autovaloración mediante referencias o estándares y el autorefuerzo o auto-reacción en el caso de que se progrese hacia el estado deseado o meta mediante auto-recompensas.

Un mecanismo de comparación habitual se realiza mediante un modelo secuencial, el TOTE (prueba-intervención-prueba-retirada).

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