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Los datos que muestran un cierto escalonamiento de la evolución de la personalidad, con momentos de estancamiento han llevado a muchos a pensar que existen fases de transición, periodos críticos, en los que se producen mayor cantidad de cambios. Si el índice de estabilidad no crece, indicaría que se ha entrado en una fase de cambios (lo que supone una menor estabilidad).

La idea que identifica momentos críticos suele estar asociada al entendimiento de la evolución vital como una sucesión de etapas cronológicamente pautadas, por las que se supone pasan todas las personas en ciclos de edad más o menos prefijados.

Se interpretan las fases de estancamiento observables en los intervalos 40-49 y 60-73 asociado a la supuesta crisis de la edad adulta media y al periodo en torno a la jubilación.

Esta sugerencia no posee gran apoyo empírico ya que hay que señalar que el modo en que se hace frente a determinadas circunstancias influye en la personalidad, produciendo cambios de mayor o menos intensidad y duración, en función de la naturaleza de la situación y de los recursos personales desde los que uno la afronta.

Personalidad y cambio contextual

En un estudio se planteó la siguiente cuestión: ¿cambia la personalidad en los periodos de transición, por ejemplo al pasar de la escuela primaria a la secundaria? (fase de transición que además coincide con la adolescencia.

Se analizaron los cambios en Autoestima y Autoconcepto, expresado en la percepción que tiene el sujeto respecto de su competencia en distintos ámbitos, como las relaciones interpersonales (ámbito social), áreas escolares (ámbito académico) o actividades físicas (deportes).

Se tomaron 3 criterios:

  1. presencia o ausenta de cambio grupal en las variables mencionadas a lo largo de las distintas fases en que se evaluó el efecto de la transición

  2. estabilidad de las diferencias individuales en cada una de las variables, en los distintos momentos temporales del proceso de transición

  3. objetividad o subjetividad del cambio

¿Se producen cambios globales en las diversas facetas evaluadas? Si.

  • el nivel de Autoestima disminuye al pasar a la nueva situación aunque se recupera a lo largo del nuevo curso.

  • con lo que respecta al Autoconcepto, la evolución varía según la faceta concreta evaluada: social (relaciones interpersonales), académica o deportes. Los patrones de cambio tienden a ser parecidos en chicos y chicas.

Estabilidad en las diferencias:

¿El nivel relativo de autoestima o autoconcepto de cada individuo en sus diversas facetas cambia significativamente a lo largo del periodo de transición? Mediríamos en este caso la “estabilidad relativa”.

En términos generales, la estabilidad de los diversos criterios evaluados parece incrementarse incluso durante este periodo de transición. Cuando la transición provoca un cambio significativo, ello suele ocurrir en aquellos ámbitos en los que la situación ha cambiado más significativamente, dando lugar a que cambien de forma sustantiva las experiencias del individuo en las que basa su autoconcepto.

Ejemplo: las consecuencias de haber cambiado de profesor, haber pasado de la escuela al instituto…haber pasado a un entorno académico claramente distinto explicaría que los mayores cambios se produzcan en las facetas ligadas a las actividades académicas.

Por lo que respecta a las diferencias de sexo, los chicos en general parecen más estables que las chicas. En la faceta académica y social las diferencias no son muy relevantes, en cambio, sí lo son en la faceta deportes.

¿Son estos efectos algo puramente subjetivo, o se corresponden con la realidad, de forma que coincidirían con la valoración que de los mismos aspectos hiciera una persona que observa al sujeto?

Los datos tienden a indicar la certeza con la que los sujetos (más los chicos que las chicas) se evalúan a sí mismos se incrementa a lo largo del periodo de evaluación. Esto va en la misma dirección que el aumento de maduración y consolidación de la identidad personal, que se estaría produciendo en esta etapa del ciclo vital de los individuos y que no se ve alterada por cambios situacionales como los estudiados en la investigación.

Personalidad y situaciones traumáticas

A diferencia de lo que puede ocurrir en transiciones o periodos de cambio suaves, otras situaciones pueden producir cambios más significativos en la personalidad y en la vida de las personas y sus efectos podrían rastrearse aunque haya transcurrido un número importante de años. Este puede ser el caso de experiencias traumáticas severas, como muestra por ejemplo la investigación llevada a cabo por Elder y Clips en la que analizaron el impacto de la experiencia de combate en soldados americanos que participaron en la 2ª Guerra Mundial y en la de Corea y de quienes se disponía de evaluaciones de su personalidad cuando eran adolescentes.

De este estudio se destacan 2 aspectos:

  • la persistencia del balance que hacían de la experiencia de guerra

  • el impacto que tal experiencia crítica ha ejercido en sus vidas

1. Cuando 40 años después se pidió a aquellos sujetos que sufrieron las severas condiciones de combate que recordaran la experiencia e hicieran un balance de la misma, seguían manteniendo vivos algunos de los aspectos más negativos de aquella situación. Ejemplo: ansiedad, pesadillas, dolor por la muerte y pérdida de amigos…

Al mismo tiempo reconocían que de aquella experiencia también habían sacado consecuencias positivas, que aún les eran de utilidad en sus vidas. Ejemplo: aprender estrategias para hacer frente a la adversidad, incremento de la capacidad de autodisciplina y en general que había aprendido a valorar la vida.

2. Para analizar el impacto psicosocial contrastaron indicadores de funcionamiento psicosocial (problemas emocionales y de conducta) cuando terminaron el servicio militar activo y posteriormente cuando ya habían cumplido 55 años. El análisis puso de manifiesto que si en el momento de licenciarse, presentaban problemas emocionales y de conducta, en la siguiente evaluación, unos 30 años más tarde, aún seguía presentando síntomas de estrés

Un segundo indicador analizado del impacto psicosocial fue la posible incidencia sobre aspectos diversos de su personalidad. En esta nueva esfera del funcionamiento psicosocial del individuo se apreció también una significativa incidencia de la experiencia por la que habían pasado unos 20 años atrás.

En comparación con la personalidad adolescente, quienes habían sufrido la experiencia de combate habían incrementado su nivel de asertividad, capacidad y flexibilidad adaptativas, capacidad de esfuerzo y autocontrol y se mostraban significativamente más seguros de sí mismos y con capacidad para hacer frente a las dificultades.

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