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Definición

El alcohol, su abuso y dependencia, son consistentemente uno de los problemas que más daño producen en la sociedad. El uso abusivo del alcohol produce tantos problemas en el aspecto de la salud como en el aspecto social.

Los manuales diagnósticos al uso, distinguen entre:

  • Abuso: Individuos que consumen alcohol reiteradamente de forma excesiva, pero que nunca llegan a mostrar síndrome de abstinencia.

  • Dependencia del alcohol: Individuos que, abusando igualmente del alcohol, muestran síntomas de abstinencia cuando dejan de beber.

Algunos de los síntomas que definen ambos síndromes se observan tanto en el abuso como en la dependencia, y así, por ejemplo, ambos comparten síntomas físicos (peligro de cirrosis, aumento de presión arterial, etc.), psicopatología (trastornos del sueño y del sexo, alucinosis, etc.) y desadaptaciones al entorno social y laboral (pérdida de horas de trabajo, problemas familiares y sociales).

Para Keller (1960), el alcoholismo es una enfermedad crónica que se manifiesta por el hábito de beber repetidamente de tal forma que se deduce que el bebedor perjudica su salud y su funcionamiento social y económico. Jellinek (1960) lo define como cualquier uso de bebidas alcohólicas que cause cualquier daño al individuo, a la sociedad o a ambos. La OMS en 1952 definía así el alcoholismo: “Alcohólicos son aquellos bebedores excesivos cuya dependencia al alcohol ha alcanzado un grado tal que presentan notables trastornos mentales o interferencias con su salud mental o física, con sus relaciones interpersonales y su funcionamiento social económico, o bien tienen signos claros de la tendencia a orientarse hacia tales síntomas. Es por esto, entonces, que tales personas requieren tratamiento”.

Farmacología del alcohol

El alcohol etílico o etanol se produce naturalmente como producto de la descomposición de los carbohidratos vegetales.

En la gran mayoría de las sociedades, el alcohol se ingiere como bebida. Debido a las propiedades químicas de su molécula, es igualmente soluble en un medio lipídico que en un medio acuoso. Esta propiedad es fundamental para explicar cómo actúa el alcohol en el cerebro y en otros sistemas celulares periféricos.

Sus características químicas permiten al alcohol atravesar fácilmente las membranas celulares de las paredes del estómago y ser rápidamente absorbido y distribuido por el sistema circulatorio a todos los tejidos, incluido el cerebro.

Las membranas celulares constituyen barreras que permiten mantener intacto el ambiente interno de la célula y diferenciarlo del ambiente externo a ésta. Las membranas están compuestas por moléculas de lípidos y proteínas situadas en un orden establecido, pero con capacidad de movimiento a lo largo de la membrana. De este modo, una propiedad muy importante de las membranas celulares es la fluidez. En el caso concreto de las células del sistema nervioso, el mantenimiento de la estructura de la membrana intacta es fundamental para que la neurona lleve a cabo sus funciones de transmisión de la información nerviosa. El alcohol desordena las membranas neuronales, aumentando la posibilidad de movimiento de los lípidos y las proteínas. Sin embargo, a medida que la ingesta de alcohol se convierte en crónica se observa que las membranas neuronales se vuelven más rígidas, reduciéndose la fluidez. En ambos casos, sea con administración aguda o crónica, el alcohol impide que las membranas realicen sus funciones normalmente.

Pero el alcohol afecta también al ambiente interno de la neurona. Aquellas moléculas del citoplasma neuronal, cuya activación forma parte de la transmisión de la información de neurona a neurona, son también objetivos del alcohol. En algunos sistemas neuronales concretos el alcohol favorece la activación o la síntesis de estas moléculas, resultando un incremento de la respuesta fisiológica.

Con el abuso crónico y la dependencia del alcohol se pueden producir lesiones en distintas partes del cerebro.

Otro efecto característico de la ingesta continuada de alcohol es el desarrollo de tolerancia: se refiere a la observación de que, con dosis repetidas de alcohol, éste produce menos efecto o, alternativamente, mayores cantidades de alcohol son requeridas por el sujeto para producir el mismo efecto. Han sido descritas tres clases de tolerancia:

  • Tolerancia metabólica: se desarrolla porque el alcohol induce a los sistemas enzimáticos que lo degradan, de tal forma que a medida que se ingiere más alcohol, aumenta su degradación metabólica.

  • Tolerancia farmacológica o neuronal: se produce porque la neurona se adapta a la presencia de la droga, de tal forma que la capacidad del alcohol para desordenar las membranas neuronales es cada vez menor.

  • Tolerancia psicológica: implica un proceso de condicionamiento clásico. La tolerancia supone un intento del organismo por antagonizar los efectos de las drogas, debiendo ser considerada como un mecanismo homeostático.

La tolerancia continua aumentando con el tiempo, en algunos casos puede disminuir en las últimas etapas del síndrome. Este fenómeno se llama tolerancia reducida. El alcohol, al igual que otras sustancias depresoras del SNC con efectos hipnótcios y sedativos, desarrolla tolerancia cruzada con estas otras sustancias (la sedación que se observa con una determinada dosis de barbitúrico será menor en un individuo que ha desarrollado tolerancia al alcohol que en un individuo sin tolerancia). Además de la tolerancia crónica, también ha sido observada tolerancia aguda, a lo largo de una noche de bebida, aunque los niveles de alcohol en sangre se mantengan iguales, los efectos iniciales del alcohol disminuyen.

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