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Introducción

Las psicopatologías de la percepción y de la imaginación constituyen temas centrales para la investigación psicopatológica por varias razones. Por un lado, porque los fenómenos que abarcan suelen ser muy llamativos y extraños. Por otro, porque en muchos casos estos fenómenos conllevan anomalías en la imaginación. Y finalmente, porque se imbrican también con uno de los procesos mentales más importantes para la supervivencia y la adaptación: la percepción.

La percepción no implica una mera copia de la realidad, sino un proceso constructivo mediante el que se interpretan los datos sensoriales. La percepción es un proceso fundamentalmente psicológico, entendiendo por tal la interpretación activa que hace el individuo de aquello que están captando sus sentidos, y que se fundamenta en las experiencias previas, las expectativas y las predisposiciones personales. La ilusión es un ej de que la percepción no está determinada solamente por las características físicas del estímulo: el contexto nos proporciona las reglas en las que se basan nuestras percepciones a la vez que guía nuestras interpretaciones.

El interés de la investigación psicopatológica por las imágenes mentales ha atravesado fases desiguales. Frente al rechazo por psicometristas como Galton o de los conductistas, Tolman afirmó que los mapas cognitivos constituían la guía fundamental del comportamiento. Desde entonces, existen 2 opciones teóricas antagónicas sobre el modo de abordar el estudio de las imágenes mentales. Una de naturaleza dualista defiende la existencia de un código representacional específico para el procesamiento de imágenes mentales y otro para el procesamiento proposicional. La otra es de naturaleza reduccionista o uniforme, que aboga por la existencia de un único formato para las representaciones mentales, que subyace tanto a "las palabras" como a “las imágenes", y cuya naturaleza es proposicional y abstracta.

Clasificación de los trastornos perceptivos y de la imaginación

Los trastornos de la percepción y de la imaginación se suelen clasificar en dos grupos: distorsiones y engaños perceptivos. Las distorsiones solamente son posibles mediante el concurso de los órganos de los sentidos (muchas veces se les llama sensoriales), es decir, se producen cuando un estímulo que existe fuera de nosotros, es percibido de un modo distinto a como cabría esperar dadas las características formales del propio estímulo.

Las características físicas del mundo estimular se perciben de manera distorsionada, entendiendo por tal distorsión:

  • Una percepción distinta a la habitual y/o probable teniendo en cuenta las experiencias previas, características contextuales, y el modo en que otras personas perciben ese estímulo, como sucede en las distorsiones relativas al tamaño, forma, intensidad, distancia…, o

  • Una percepción diferente de la que se derivaría en caso de tener solamente en cuenta las características físicas del estímulo, como sucede en las ilusiones.

La anomalía no reside en los órganos de los sentidos, sino en la percepción que la persona elabora a partir de un determinado estímulo, es decir, la construcción psicológica que el individuo realiza acerca del mismo.

De todos modos, en algunos casos las distorsiones tienen su origen en trastornos de naturaleza orgánica, que suelen ser transitorios y que pueden afectar tanto a la recepción sensorial como a su interpretación. Pese a ello, es más correcto calificarlas como perceptivas que como sensoriales porque es la construcción que el individuo hace la que está primariamente alterada. Así, las distorsiones serían el resultado final de una interacción defectuosa entre las características del estímulo, las del contexto y las del receptor. A excepción de las ilusiones, las distorsiones perceptivas suelen afectar a una o más modalidades sensoriales y pueden involucrar todos los estímulos de mundo sensorial que se halle afectado.

Sin embargo, en el caso de los engaños perceptivos se produce una experiencia perceptiva nueva que:

  • Suele convivir con el resto de las percepciones normales.

  • No se fundamenta en estímulos realmente existentes fuera del individuo.

  • Se activa a pesar de que el estímulo que produjo la percepción inicial ya no se halla físicamente presente. Se han denominado también percepciones falsas, aberraciones perceptivas y errores perceptivos.

En definitiva, en los engaños perceptivos el estímulo es mayoritariamente sólo un supuesto (alucinaciones). Sin embargo, en las distorsiones perceptivas los estímulos son un punto de partida necesario (aunque no suficiente). Lo común a los engaños y distorsiones es que la persona tiene una experiencia perceptiva, tanto si ésta se fundamenta como si no en una “percepción auténtica”.

Clasificación de las psicopatologías de la percepción y la imaginación:

  • Distorsiones perceptivas

    • Hiperestesias versus hipoestesias: anomalías en percepción de la intensidad

    • Hiperalgesias versus hipoalgesias: anomalías en la percepción del dolor (anestesias, analgesias...)

    • Anomalías en la percepción de la cualidad

    • Metamorfopsias: anomalías en la percepción del tamaño y/o la forma

      • Dismegalopsias anomalías en la percepción del tamaño: micropsias y macropsias.

      • Dismorfopsias: anomalías en la percepción de la forma

      • Autometamorfopsias: referidas al propio cuerpo.

    • Anomalías en la integración perceptiva: aglutinación y sinestesia versus escisión

    • Ilusiones:

      • Sentido de presencia

      • Pareidolias

  • Engaños perceptivos

    • Alucinaciones.

    • Variantes de la experiencia alucinatoria:

      • Pseudoalucinaciones

      • Alucinaciones funcionales

      • Alucinaciones reflejas

      • Autoscopia

      • Alucinaciones extracampinas.

    • Pseudopercepciones o imágenes anómalas:

      • Imágenes hipnagógicas o hipnopómpicas

      • Imágenes mnémicas

      • Imágenes eidéticas

      • Imágenes consecutivas

      • Imágenes parásitas

      • Imágenes alucinoides

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