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La hipocondría fue considerada por Galeno como una forma abdominal de melancolía. Durante los siglos XVII y XVIII se convierte en una enfermedad universal con entidad propia, con interpretaciones sobre su patogenia tanto orgánicas como psicológicas. Las teorías orgánicas la consideraron como una enfermedad física centrada en alteraciones de tipo gastrointestinal. Lo que sobrevivió fue la idea de enfermedad imaginaria o miedo a la enfermedad (nosofobia). Este es el status actual del trastorno, que se enmarca dentro de los trastornos somatoformes e implica preocupación infundada en torno a las condiciones de salud.

Recientemente la hipocondría se ha descrito como un rasgo o grupo de rasgos más centrado en la línea de los desórdenes de la personalidad que en el grupo de los trastornos psicopatológicos. Kirmayer la relaciona con niveles elevados de neuroticismo y afecto negativo.

El síndrome hipocondríaco: hipocondría primaria versus secundaria

La hipocondría se encuentra a menudo asociada a otros síndromes psiquiátricos como trastornos de ansiedad y trastornos del estado de ánimo. Barsky establece una diferenciación entre 2 tipos de condiciones hipocondríacas. En la hipocondría primaria no se encuentra presente otro trastorno psiquiátrico o, si está presente, no se halla relacionado o es independiente de la hipocondría. Incluye 2 subtipos: la hipocondría tal y como se conceptualiza en el DSM-III-R y la hipocondría monosintomática: única y fija creencia delirante de padecer una enfermedad.

La hipocondría secundaria está subordinada a una condición más generalizada o es una respuesta elicitada ante la aparición de eventos estresantes (enfermedad física que pone en peligro la vida o muerte de alguna persona significativa).

También se hablar de la hipocondría transitoria (inferior a 6 meses), que se refiere a una condición clínica que puede darse en el contexto de una enfermedad médica o una situación estresante. Los pacientes con hipocondría transitoria continúan teniendo más actitudes y síntomas somáticos funcionales que los pacientes no hipocondríacos a pesar de que no tienen mayor probabilidad de desarrollar un trastorno hipocondríaco.

Explicaciones teóricas sobre la hipocondría

Según la perspectiva psicodinámica la hipocondría se ha entendido como un canal alternativo para desviar hacia los demás los impulsos sexuales, agresivos u orales en forma de quejas físicas o como una defensa individual contra la baja autoestima y la experiencia del yo como algo carente de valor, inadecuado y defectuoso.

Los enfoques tradicionales de tipo psicosocial han señalado dos grupos de alternativas teóricas. Por una parte, aquellas que han enfatizado las ventajas que se derivan de adoptar el rol de enfermo (recibir cuidados, eludir responsabilidades…). Por otra, la hipocondría como un modo de comunicación interpersonal.

Recientemente se han elaborado teorías que conceptualizan la hipocondría como la manifestación de una alteración a nivel perceptivo o cognitivo. Una es la de Barsky y colbs, que considera la hipocondría como un estilo somático amplificador, según el cual los sujetos hipocondriacos amplifican las sensaciones somáticas y viscerales. Comprende 3 elementos: 1) hipervigilancia corporal que conlleva una aumento del autoescrutinio y de la focalización de la atención en las sensaciones corporales desagradables, 2) tendencia a seleccionar y centrarse en ciertas sensaciones relativamente infrecuentes o tenues, 3) propensión a valorar las sensaciones somáticas y viscerales como anómalas, patológicas e indicadoras de enfermedad.


Sensaciones corporales asociadas al concepto de amplificación

  • Fisiológicas y anatómicas normales: taquicardia secundaria a un cambio postural (palpitaciones), anomalía del tejido del pecho (bulto) y falta de aliento en un esfuerzo.

  • Disfunción benigna y enfermedad corriente: zumbido, hipo, diarrea y dolor de cabeza

  • Concomitantes somáticos de un afecto intenso: diaforesis (sudoración profusa) con respuesta de ansiedad, rubor con azoramiento y arousal cardiovascular con ira

  • Síntomas de enfermedad médica: patología orgánica grave


Otra teoría es la de Kellner, según el cual ciertas experiencias tempranas predisponen a la persona a atender a los síntomas somáticos y ciertos eventos actúan como factores precipitantes. Una vez que el sujeto ha percibido los síntomas físicos puede empezar a pensar que padece una enfermedad. Puede sentirse ansioso y preocupado por las consecuencias futuras de la enfermedad, lo que le lleva a una percepción selectiva de las sensaciones somáticas. Sus experiencias en el ámbito médico hacen que desarrolle sus estrategias de percepción de síntomas e incremente la focalización de la atención en su cuerpo.

Un predictor importante, derivado del trabajo de Fernández y Fernández basado en la teoría de Kellner, es la presencia de experiencias concretas relacionadas con la enfermedad a lo largo de la vida.

Por último, está la teoría de Warwick y Salkovskis, que describe el proceso por el que se inicia la hipocondría: las experiencias previas relativas a la enfermedad (propia o ajena) y a los errores médicos conducen a la formación de creencias erróneas o disfuncionales acerca de los síntomas, la enfermedad y las conductas de salud. Se atiende selectivamente a la información coherente con la idea de que el estado de salud no es bueno y que ignore la contraria. Las creencias disfuncionales permanecen inactivas hasta que un incidente crítico (interno o externo) los moviliza. Esto origina la aparición de pensamientos automáticos negativos e imágenes desagradables cuyo contenido implica una interpretación catastrófica de las sensaciones corporales, lo que desencadena ansiedad por la salud acompañada por sus correspondientes correlatos fisiológicos, conductuales y afectivos.

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