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El ambiente residencial está configurado por tres componentes: la vivienda, el barrio y los vecinos (Canter y Rees, 1982). Los tres han sido objeto de estudio en tanto que influyen en la conducta. A su vez, los temas que se han tratado con cierta frecuencia han sido el estrés que provoca el ambiente donde las personas residen, el apego que se siente hacia estos lugares, así como la identidad social y personal que se deriva de habitar en unos u otros lugares, pero el tema más estudiado ha sido, sin lugar a dudas, la satisfacción residencial (Giuliani y Scopelliti, 2009). Por cuestiones de espacio este apartado se dedica, únicamente, a este último tema.

Satisfacción residencial

Los estudios de satisfacción residencial han tenido como objetivo conocer las razones por las cuales las personas tienen mejor calidad de vida o no pierden la calidad que poseen en el dominio residencial. Cuando se ha tratado de definir la satisfacción residencial, se han dado varias propuestas. Desde un punto de vista cognitivo se ha entendido como la diferencia entre lo que tengo y lo que me gustaría tener (Marans y Rodgers, 1975). En otros casos, se ha prestado más atención al componente afectivo y se lo ha valorado desde la perspectiva del placer de vivir en determinado ambiente residencial (Weidemann y Anderson, 1985).

En general, la mayoría de los modelos que estudian la satisfacción residencial analiza las relaciones que mantienen las personas con el ambiente residencial y cómo estas relaciones pueden llevar a las personas a actuar sobre el ambiente o sobre sí mismas para mejorar su sentimiento de satisfacción residencial. Un modelo que ilustra bien este planteamiento es el propuesto por Amérigo (2002). En él se puede observar cómo los atributos objetivos de carácter físico o social (es decir, características cuantificables en cualquiera de los tres elementos que componen el ambiente residencial: casa, barrio y vecinos) influyen sobre la satisfacción del residente; a su vez, estos atributos son percibidos por las personas dependiendo de ciertas características personales o sociodemográficas, lo que convierte a los atributos objetivos en subjetivos; además, las propias características personales también modulan la satisfacción residencial.

Hasta este momento se puede observar que la satisfacción residencial se contempla como variable criterio, es decir, los tres conceptos anteriores (atributos objetivos, subjetivos y características personales) tienen capacidad para predecir la satisfacción residencial. Además, la satisfacción residencial puede predecir intenciones de conducta que originen conductas adaptativas, a través de las cuales el residente modifica el ambiente residencial o sus características personales a fin de alcanzar una satisfacción aceptable. En este caso, la variable criterio sería la conducta adaptativa y la predictora, la satisfacción residencial. Esta conducta puede actuar a diferente nivel, bien cognitivo, en que redefine el nivel de aspiraciones que tiene la persona que hace la evaluación, bien sobre uno o varios componentes del ambiente residencial, por ejemplo, al hacer obras en la vivienda y tratar de modificar cuestiones que afectan el barrio o a los vecinos e, incluso, llegar al traslado de la residencia.

El modelo propuesto presenta un planteamiento de carácter sistémico que permite averiguar qué predictores de satisfacción pueden favorecer futuras situaciones, es decir, orientar determinadas actuaciones en la planificación residencial de cara a facilitar la satisfacción residencial. Además, cuando la satisfacción residencial se considera una variable predictora, se da explicación a la movilidad residencial, a la intervención sobre el ambiente residencial o al desarrollo de estrategias de carácter cognitivo que modificara! las aspiraciones del residente (Amérigo y Pérez-López, 2010).

Predictores de satisfacción residencial

En un análisis transversal de numerosas investigaciones empíricas llevadas a cabo en diferentes tipos de ambientes residenciales, Amérigo y Aragonés (1997) diferencian cuatro tipos de predictores según la combinación de las dimensiones subjetivo frente a objetivo, y físico frente a social. Así se obtienen cuatro espacios. En el primer cuadrante aparecen el mantenimiento del barrio, la apariencia del lugar, la evaluación del apartamento, etc. En el segundo, la seguridad, la heterogeneidad, el hacinamiento, etc. En el tercero, el nivel de ruido, la existencia de electricidad, etc. En el cuarto, el hecho de ser arrendatario o propietario, el tiempo de residencia en el lugar, el ciclo vital, etcétera.

El peso de los predictores para explicar la satisfacción residencial es desigual y unos u otros tendrán más o menos importancia dependiendo de la población sobre la cual se mida la satisfacción residencial. Asimismo, la investigación con residentes de viviendas públicas en España pone de manifiesto la importancia que tiene la red social y el apego al lugar (Amérigo y Aragonés, 1997). De esta forma, cuando se produce un realojamiento de una población en un nuevo entorno, hay que tener en cuenta la insatisfacción que va a producir esta nueva situación si se rompe la red social aunque mejoren las condiciones físicas de habitabilidad. Un ejemplo emblemático de esta situación fue el fracaso del proyecto de Pruitt-Igoe en Estados Unidos. La ruptura de la red social fue una de las causas de la pérdida de control sobre los espacios.

Esta pérdida de control provocó comportamientos vandálicos que finalmente hicieron inhabitables los 33 edificios que formaban parte del nuevo barrio (Yancey, 1971). Al hilo de esta experiencia surge el concepto de espacio defendible acuñado por Newman (1972). Se trata de espacios semiprivados que favorecen la vigilancia por parte de los residentes y, por tanto, facilitan que un potencial visitante los reconozca como territorios privados y así evitar las conductas vandálicas o delictivas en ese lugar. Un espacio definido como tal no solo se produce al facilitar la accesibilidad visual del espacio, sino que debe facilitar la cohesión entre los vecinos.

Los trabajos sobre satisfacción residencial tienen interés en la medida en que orientan a los diseñadores de espacios residenciales a que atiendan a aspectos tanto constructivos como de carácter social. Asimismo, este campo de estudio tiene un valor aplicado ad hoc cuando se trata de remodelar un barrio deteriorado.

En este caso hacer un estudio prospectivo y tratar de comprobar cuáles son los predictores en ese contexto ayuda, sin duda, a mejorar la remodelación.

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