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La información necesaria para la evaluación de los problemas y trastornos del sueño normalmente se recoge mediante procedimientos subjetivos ya que la obtención de datos objetivos sobre el sueño del niño requiere el empleo de medios técnicos (ej. registros polisomnográficos nocturnos, actigrafía) que además de su elevado coste, resultan innecesarios en la mayor parte de los trastornos. La primera consulta de los padres sobre los problemas de sueño de sus hijos habitualmente se realiza al pediatra, por lo que cuando acuden al psicólogo ya suele haberse descartado la existencia de algún problema orgánico que pudiera ser el responsable del problema. En todo caso es necesario comenzar por indagar este aspecto y en el caso de que no se haya hecho dicha consulta, recomendar la realización de un examen médico para descartar posibles problemas orgánicos.

Los procedimientos de evaluación que habitualmente se utilizan en este ámbito son la entrevista clínica y los registros del sueño. A través de estas estrategias se puede conocer la historia de aparición y evolución del problema, sus características topográficas, es decir los parámetros de frecuencia, duración etc. del problema específico de que se trate (análisis topográfico), así como de las situaciones estimulares, antecedentes y consecuentes, con las que dicho problema o trastorno pueda estar funcionalmente relacionado (análisis funcional). Junto a ello, es importante que el terapeuta recabe toda la información de aspectos que, aunque no tengan una relación funcional con el problema de sueño, puedan influir en la intervención, especialmente la motivación y recursos tanto del niño como de sus padres para abordar el tratamiento.

1. Entrevista clínica

La estrategia básica para la evaluación de los problemas y trastornos del sueño infantil es la entrevista con los padres, que son los que habitualmente consultan por el problema, y que debe hacerse extensiva al niño siempre que su edad, nivel de comprensión y motivación lo permitan. Los aspectos sobre los que debe recogerse información son, básicamente, los siguientes:

  1. Características del trastorno o problema:
    • Descripción del problema: ej. dificultades para conciliar el sueño; despertares frecuentes durante la noche; episodios de sueños angustiosos; caminar dormido, etc.
    • Frecuencia: n.° de veces que sucede el problema cada noche, semana ornes.
    • Duración: tiempo aproximado que tarda en dormirse o que dura el episodio.
  2. Historia del problema: cuándo surgió el problema; si su inicio puede relacionarse con alguna situación específica (ej. cambio de colegio, separación de los padres, etc.); cómo ha sido su evolución a lo largo de los meses o años.
  3. Horarios de sueño (especificar diferencias entre días laborables y festivos): hora a la que suele acostarse; hora a la que suele levantarse; si duerme durante el día (especificar cuándo, cuánto y dónde).
  4. Costumbres, hábitos y rituales para dormir (especificar si se siguen cada día o de forma esporádica): actividades que realiza inmediatamente antes de irse a la cama (p.ej: beber un vaso de leche, cepillarse los dientes, leer/oír un cuento, cantar/oír una canción, coger un peluche, etc.).
  5. Otros hábitos que pueden afectar al sueño: si toma bebidas con cafeína; cantidad, tipo de comida y hora a la que suele cenar; si realiza ejercicio u otras actividades excitantes durante la tarde/noche, etc.
  6. Condiciones del dormitorio: si duerme solo o comparte dormitorio; si utiliza el dormitorio para jugar, ver la TV, etc.; comodidad de la cama; ruido y temperatura del dormitorio, etc.
  7. Preocupaciones y / o alteraciones emocionales: si tiene algún tipo de problema (en casa, en el colegio, con los amigos, etc.) que le preocupe y le generen inestabilidad emocional.
  8. Comportamiento y actitud de los padres ante el problema: qué hacen los padres cuando el niño se resiste a irse a la cama, se queja de no poder dormirse, se despierta por la noche, tiene una pesadilla, etc.; actitud de los padres hacia el problema del niño; expectativas y motivación de los padres para el tratamiento psicológico.
  9. Repercusiones del problema de sueño en la vida del niño (irritabilidad, cansancio, somnolencia diurna, disminución del rendimiento escolar, etc.) y de su familia (discusiones familiares, problemas emocionales en alguno de los padres, cansancio, etc.).
  10. Otros tratamientos: si toma alguna medicación para el problema de sueño o para cualquier otro problema (especificar fármaco y dosis).

Durante la entrevista, una estrategia que puede ser útil para integrar la información sobre los patrones del sueño del niño con sus rutinas diurnas es pedir a los padres o cuidadores que describan cómo se desarrolla un día normal (las 24 horas) contrastando las diferencias entre los días de escuela y los fines de semana (Moore, 2010).

2. Registros del sueño

Es una de las estrategias más utilizadas en la evaluación de los problemas de sueño. En función del problema o trastorno de sueño de que se trate y de la edad del niño, será cumplimentado cada mañana por el propio niño o por sus padres. Así, en problemas como los terrores nocturnos o el sonambulismo, en los que el sujeto que lo padece no guarda memoria del episodio, el registro del sueño debe ser obligatoriamente realizado por los padres. Sin embargo, si se está evaluando un problema de insomnio en un niño que ya sabe leer y escribir, puede ser interesante que los padres y el niño utilicen diarios de sueño independientes para contrastar los datos aportados por cada uno de ellos.

Un ejemplo de registro semanal del sueño, aplicable a niños mayores, puede verse en la Tabla 6:

Día de la semana Antes de acostarse Por la mañana
Si durmió durante el día, tiempo aprox. que ha dormido Hora de acostarse Tiempo aprox. que tardó en dormirse Nº de veces que se despertó durante la noche Hora de despertar Grado de descanso (0-10)
Lunes            
Martes            
Miércoles            
Jueves            
Viernes            
Sábado            
Domingo            

Los datos aportados por los registros del sueño durante las dos primeras semanas de la evaluación, antes de comenzar el tratamiento, pueden servir para establecer la línea base del problema. Asimismo, los datos de estos diarios suelen ser de utilidad a lo largo de toda la intervención, para valorar la progresión del tratamiento.

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